El próximo 11 de febrero se conmemorará la Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes (Francia). Las Apariciones de la Virgen María sucedieron en 1858. El 11 de febrero de ese año la Madre de Dios se le apareció a la adolescente, de 14 años, Bernardette de Soubirous en un poblado pequeño al sur del país galo, cerca de los Montes Pirineos. Los hechos ocurrieron en la Gruta Rocosa de Massabielle, en Lourdes. De donde expresamente la Virgen María le pidió a Bernardette que excavara un poco dentro de la gruta y, al instante, brotó un agua que curaba de enfermedades y dolencias. Este hecho es conocido como el primer milagro. Con la aclaración de que esa agua no es una especie de tónico curativo con efectos inmediatos, sino que queda en manos de Dios y de la Virgen para considerar la solicitud de cada creyente. En total fueron 18 Apariciones de la Santísima Virgen..
En la Francia laicista y atea del siglo XIX, gobernaba Napoleón III, Presidente de la Segunda República, que era bien conocido por estas ideologías y su anticlericalismo, heredado de la Revolución Francesa. Así que, por todos los medios, tanto él como sus subalternos, pretendieron negar estos sucesos que resultaron ser tan evidentes.
Al punto que a la joven Bernardette se le prohibió asistir a este sitio e incluso se colocaron alambres de púas y vigilancia permanente de la policía para desanimar a que los feligreses acudiesen a rezar en este lugar. Desde París había indicaciones bien precisas: acallar estos hechos, calificándolos como una mera sugestión colectiva.
Pero incluso en el pueblo de Lourdes, Bernardette sufría incomprensiones de sus padres y familiares; de numerosos vecinos y conocidos. Incluso el Párroco tenía serias dudas sobre dichas Apariciones. En general, se consideraba que la joven sufría de alucinaciones o algo similar.
La Santísima Virgen se le aparecía a la joven, vestida de blanco con una cinta azul en la cintura, con las manos juntas y con un Rosario colgándole del brazo. Además, llevaba un velo blanco que cubría su cabello.
Un día el Párroco le pidió a Bernardette que le preguntara a esa joven señora que se le aparecía, cómo se llamaba. Ni tarda ni perezosa esta joven subió a la Gruta y, en el momento apropiado, le explicó a la Madre de Dios, le petición de su Párroco, a lo que la Virgen María le respondió:
“ -Yo soy la Inmaculada Concepción” -y esbozó una amplia y serena sonrisa.
Enseguida, Bernardette bajó presurosa y se fue directo a la parroquia, buscó al Párroco y le dijo:
“ -¡Ya la Señora me dijo su nombre! Ella afirmó: ‘Yo soy la Inmaculada Concepción.’
“ ¿Sabes qué significa eso?”-le cuestionó el sacerdote.
“ – No, nunca había escuchado esa expresión. -contestó Bernardette.
El Párroco quedó asombrado y se percató de la ingenuidad, transparencia y sinceridad de sus palabras, porque se dio cuenta que estaba ante un hecho de carácter sobrenatural.
Desde ese año de 1858, la Virgen de Lourdes no ha cesado de hacer milagros y favores espirituales. Recuerdo que personalmente fui a dicha Gruta un 11 de febrero de 1993. Me impresionó sobremanera la enorme cantidad de muletas, bastones, sillas de ruedas colgadas de la pared de la Gruta y, en algunos casos, con un breve relato del favor espiritual recibido.
En esa ocasión, me acuerdo que miles de personas rezaban el Rosario, y otros más, entraban al Santuario para asistir a la Santa Misa. Otros fieles, se acercaban a beber agua del manantial.
En este contexto surge la figura del Dr. Alexis Carrel, quien en 1912 recibió el Premio Nobel de Medicina. Pero años antes, en 1903, realizó un viaje por tren a Lourdes con el objetivo de relatar y desemascarar que todo aquello era un trastorno colectivo porque el Dr. Carrel era escéptico y muy crítico contra todo concepto de Religión ya que le había influido mucho el pensamiento Positivista de Augusto Comte.
Durante el viaje le tocó conocer a Marie Ferrand, quien padecía de una aguda peritonitis tuberculosa y varios miembros de su familia habían fallecido por esta misma enfermedad. El Dr. Carrel llegó a pensar que quizá no llegaría con vida hasta Lourdes. Y solía tomarle sus signos vitales y estar muy pendiente de ella.
Pero Marie llegó con vida a Lourdes y se dirigió de inmediato a la Gruta de Massabielle. El Dr. Carrel llevado por su curiosidad científica siguió de cerca sus pasos y notó que en cuanto entró a la Gruta experimentó una notable mejoría y cambió su semblante. Entonces, el Dr. Carrel le preguntó a Marie:
“ – Cómo se encuentra? “
“ –Muy bien y siento que ya estoy curada, aunque no con muchas fuerzas -contestó Marie con sinceridad.”
A continuación, el Dr. Carrel la acompañó al hospital para que le hicieran análisis médicos y el sorprendente resultado fue que Marie no tenía ningún padecimiento.
De esta manera, el Dr. Alexis Carrel resultó curado de su escepticismo. Cayó de rodillas, frente a la Virgen de Lourdes, y se puso a rezar lleno de emoción y agradecimiento. Con este impactante suceso su visión de Dios y de la Religión habían cambiado radicalmente en su vida. Dio su testimonio con valentía -por escrito y en diversos foros- y es considerado como uno de los conversos a la fe más famosos de Lourdes.
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