“Matar a un Ruiseñor” es una obra que deja muchos conceptos para meditar pausadamente y muy recomendable para leer en estos tiempos de pandemia.
Pocos libros logran la maestría de combinar sucesos dramáticos con la historia de unos niños llenos de candor y que mueven a la ternura y al buen humor, con un padre comprensivo y conciliador. Me refiero a “Matar a un Ruiseñor”. Esta gran novela fue escrita por la norteamericana Harper Lee, en 1960, y con esta obra saltó a la fama de inmediato. Pronto le concedieron el importante “Premio Pulitzer”.
Hay que hacer notar que tenía un amigo de toda la vida, el célebre escritor Truman Capote, autor de “A sangre fría”, entre otras muchas obras literarias, quien la animó a comenzar a redactar sus memorias de la infancia. Cuando presentó el borrador de su libro varias editoriales lo rechazaron.
¿Por qué? Porque aborda toda la problemática de la discriminación racial, las violaciones sexuales, las injusticias graves contra los afroamericanos en el sur de los Estados Unidos.
Harper Lee es la narradora que recuerda algunos hechos de su infancia, mezclados con fantasía y mucha creatividad, rememorando crónicas de otros pueblos del sureste y de otras familias. La novela se desarrolla en un pueblo imaginario, Maycomb, Alabama, como el “Macondo” de Gabriel García Márquez en “Cien Años de Soledad”.
El padre de la supuesta narradora es Atticus Finch, un abogado honrado y justo que apoya la causa de los afroamericanos y no teme arriesgar su vida ni la de su familia por defender esta noble causa. Ha sido fuente de inspiración para jóvenes abogados que desean desarrollar su profesión con ética e integridad.
Recordamos que durante la presidencia de Abraham Lincoln (1809-1865) fue abolida la esclavitud. Pero la discriminación racial continuó por muchas décadas. Todavía recuerdo, en mi infancia, aquellos letreros ofensivos en los lugares públicos (restaurantes, parques, tiendas, cines) que decían: “Prohibida la entrada a negros y a perros”.
Fue hasta la presidencia de John Kennedy (1917-1963) en que se planteó al Congreso hacer reformas importantes sobre este tema capital. Como el 22 de noviembre de 1963, Kennedy fue asesinado, su sucesor Lyndon B. Johnson (1908-1973) retomó este asunto y se aprobó la “Ley de los Derechos Civiles” de los afroamericanos, con la asesoría de otros importantes líderes de este movimiento de reivindicación social como Martin Luther King (1929-1968). El presidente Johnson luchó contra el racismo y la segregación racial, que estaba tan metido en la raza blanca norteamericana.
Aunque es una problemática que no se ha superado del todo. Recientemente fue asesinado por un policía, de forma muy cruel, porque fue asfixiado George Floyd, de 46 años, en la ciudad de Minneapolis. Ello provocó manifestaciones de repudio por toda la Unión Americana. Mismo caso fue el de Breonna Taylor, de 26 años en Kentucky. Basta con investigar un poco para confirmar que este tipo de asesinatos, sobre todo de policías hacia los afroamericanos por desgracia es frecuente. Existe un odio y un rencor acumulado porque se les mira con desprecio, como a seres inferiores.
Retomando el hilo de la novela, el abogado Atticus Finch defiende la causa de Tom Robinson, acusado de violar a una joven blanca. Pero al final de un largo juicio se descubre que fue la chica la que atacó al joven Tom y le exigió tener relaciones sexuales. Es decir, el afroamericano Tom era completamente inocente, sin embargo, el jurado lo encontró culpable y dictaminó enviarlo a prisión sin causa justificada. Y luego fue asesinado por el padre de la chica blanca, un ebrio racista.
A lo largo de la novela hay muchas divertidas historias de los niños Scout y Jem, hijos de Atticus y huérfanos de madre.
En 1962 esta novela fue llevada al cine con la magnífica actuación de Gregory Peck, quien ganó el Óscar al mejor actor, así como Mary Badham, Phillip Alford y Robert Duvall. El filme fue dirigido por Robert Mulligan.
Sorprende que a la vuelta de tantos años esta novela se sigue reeditando y la película se ha convertido en un clásico de la pantalla grande. Jóvenes críticos reconocen su asombro ante el valor de esta obra literaria y comentan que nunca pasará de moda por la calidad de su contenido y de su excelente redacción.
Originalmente, Harper Lee se había graduado en Derecho y trabajaba en su especialidad, pero fue el escritor Truman Capote quien la convenció que dejara su trabajo y se lanzara de lleno a escribir al observar su gran talento natural por imaginar historias y relatarlas maravillosamente. Sin duda, es una obra que deja muchos conceptos para meditar pausadamente y muy recomendable para leer en estos tiempos de pandemia.
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