Muchas veces actuamos de forma incorrecta con las personas de padecen ataques de ansiedad o enfermedades mentales, pero hay que saber conllevar estas situaciones y actuar correctamente ante ataques y crisis inesperadas.
Las enfermedades mentales y psicológicas son una situación que está latente en nuestra sociedad. Muchas veces por miedo a callar, las personas que padecen diferentes tipos de trastornos sufren en silencio por miedo a ser juzgados por sus amigos, conocidos y sobretodo familiares.
Para las personas que no las padecen, es imposible llegar a pensar que en estos estados como por ejemplo, de ansiedad o depresión se vuelve una batalla lidiar en crisis con pensamientos que rondan en la cabeza una y otra vez. Expresiones como “cálmate”, o “deja el show”, “estás muy loco/a” se convierten en una constante. Sin embargo es importante darse cuenta que los individuos que dicen este tipo de frases no lo hacen para herir sino porque no saben cómo actuar en este tipo de situaciones ¡y no es su culpa! Es que la sociedad no nos prepara para lidia con esto.
Aún en pleno 2018 es como si ir al psiquiatra o el psicólogo fuera un tabú, y no lo es señoras y señores. Así como hay medicinas para el dolor de estómago, cabeza y espalda, también decir que se toman antidepresivos o ansiolíticos no debería dar pena.
Pues sí, suceden, son una realidad que puede estar afrontando su mamá, papá, amig@ y que lo padecen de todas las edades. En un mundo tan convulsionado y cambiante que tengamos trastornos de ansiedad, depresión o ataques de pánico es el resultado del mismo.
Muchos de mis amigos más cercanos y hasta yo misma he tenido que afrontar este tipo de situaciones, por esto escribo esta entrada. Porque a pesar de que por el momento no tomo ninguna pastilla, sé que se siente un ataque de ansiedad y el miedo que genera al rededor. ¡Está bien no estar bien! Sentirse vulnerable o débil es algo que según el mundo que nos rodea “está mal visto” y así no es. Pedir ayuda es de valientes.
Para mí, uno de los factores que hace entrar en pánico en medio de la crisis de ansiedad es el desconocimiento de los síntomas. Por eso, el secreto está en saber cuáles son y entender que no nos van a hacer daño.
Estos los síntomas de un ataque de ansiedad según varios expertos:
• Sofoco
• Sensación de hormigueo o entumecimiento
• Taquicardia
• Incremento de la sensación de ansiedad y miedo
• Aumento de la temperatura corporal
• Sensación de ahogo
• Sudoración
• Temblores
• Temor a perder el control o el conocimiento
• Sensación de irrealidad
• Despersonalización (sentirse fuera de uno mismo)
Los expertos también afirman que no tienen que aparecer todos los síntomas, pero que junto con la sensación de ansiedad y miedo deben manifestarse al menos cuatro.
Lo más importante es que la persona que esté sufriendo el ataque deje de pensar en lo que está sucediendo, por eso la distracción de los que la están ayudando es fundamental. Que le empiecen a hablar de cosas chistosas o algún recuerdo que tengan en común va a ayudar a que la crisis disminuya.
Es importante vivir la crisis con esperanza y ser muy compasivos con nosotros mismos y con los demás. Muchas veces algo que nos da mucha pena es que nuestros amigos, familiares o conocidos nos vean en este estado. Pero como todo en la vida hay que mirarle el lado bueno, literalmente te das cuenta quien está contigo en las malas y en las buenas, también como lo dije arriba nos enseña a saber recibir la ayuda.
Si conoces a alguien o eres tú quien padece algo similar, ¡no te de pena! Eso no es lo que te define, apuesto a que tienes un montón de cualidades y esto es algo que se aprende a sobrellevar. Aceptar y reconciliarnos con este tipo de padecimientos nos ayuda a hacerlos más llevaderos y recuerda, por algo Dios los permite.
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