La reciente muerte del reconocido sociólogo polaco Zygmunt Bauman me hizo reflexionar sobre su enorme aportación intelectual para nuestra época, y en ese proceso llegué a otros dos grandes polacos que iluminaron con sus acciones y su pensamiento la comprensión de nuestro tiempo: Ryszard y Karol.
Bauman aportó el término de la “modernidad líquida” como metáfora que permite acercarnos con mayor claridad a la realidad que nos toca vivir y que precisamente por sus características de inmediatez y “fluidez”, aparentemente nos obliga a vivir en la relatividad que rechaza todo absoluto, incluyendo la Verdad.
Ryszard Kapuscinski fue un periodista polaco que auto describía su trabajo como “periodismo literario”, vivió reportando un sinnúmero de conflictos y atrocidades, publicó libros que dieron a conocer realidades que él mismo consideraba imposibles de expresar o transmitir a personas que no experimentaran las mismas; sin embargo, sus libros tuvieron éxito en todo el mundo y fueron traducidos a 30 diferentes idiomas, iluminando la verdad en zonas tradicionalmente ocultas al mundo “civilizado”.
Finalmente Karol Józef Wojtyla, mejor conocido como San Juan Pablo II dejó un legado para la humanidad en sus escritos, en su testimonio y en su gestión como líder de la Iglesia católica, fue un líder carismático que empujó la búsqueda de la Verdad desde distintas perspectivas, retando la postura de aquellos que desdeñan la fe como un camino para llegar al conocimiento, pretendiendo que sólo la ciencia puede comprender la realidad en: Fides et ratio (Fé y razón).
En Veritatis splendor (El esplendor de la Verdad), Juan Pablo II escribe: “Pero las tinieblas del error o del pecado no pueden eliminar totalmente en el hombre la luz de Dios Creador. Por esto, siempre permanece en lo más profundo de su corazón la nostalgia de la verdad absoluta y la sed de alcanzar la plenitud de su conocimiento. Lo prueba de modo elocuente la incansable búsqueda del hombre en todo campo o sector. Lo prueba aún más su búsqueda sobre el sentido de la vida”.
En un comentario sobre la obra del sociólogo polaco se argumenta que “La clave de toda la propuesta de Bauman es que las Ciencias Sociales tienen que incluir la dimensión moral en el centro de su pensamiento. No están más allá del bien y del mal; nada lo está. Precisamente fue la “producción social de la indiferencia moral” lo que condujo al Holocausto”. Una propuesta que armoniza precisamente la fe y la razón.
Unos meses antes de morir, Zygmunt Bauman se refería al Papa Francisco como: “Es una luz. La única al fondo de ese túnel misteriosamente largo y oscuro que estamos atravesando. Pero una luz misteriosamente brillante”. Es una expresión que recuerda la idea de Veritatis splendor escrita por su compatriota San Juan Pablo II: “El esplendor de la verdad brilla en todas las obras del Creador y, de modo particular, en el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gén 1, 26), pues la verdad ilumina la inteligencia y modela la libertad del hombre, que de esta manera es ayudado a conocer y amar al Señor”.
Un cronista de la realidad más desgarradora aparentemente incomprensible a través de la palabra escrita, Ryszard Kapuscinski se convirtió en un profeta contemporáneo desde el arte, a través de la literatura en su búsqueda de la verdad; Zygmunt Bauman al describir las desgracias de nuestra época a través de su hermenéutica sociológica fue capaz de enfrentar al relativismo e iluminar el mundo también en su búsqueda científica de la verdad.
La colaboración de creyentes y no creyentes, artistas, científicos y hombres de fe en su búsqueda de la verdad es un reto y además el camino que puede dar luz, paz y consuelo a la humanidad. «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn. 8, 32). Descansen en paz, los tres polacos universales: Zygmunt, Ryszard y Karol.
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