Los cristianos somos testigos de la resurrección y ascensión de Jesús al cielo.
Hace muchos años acompañé a mi padre quien buscaba jornaleros que le ayudarán a recoger la cosecha, llegamos a un poblado cercano a sus tierras y se acercó a un grupo de jóvenes que estaban tomando el sol afuera de una “tiendita”. Los invito a trabajar y ellos le contestaron: “que trabajen los motores”; a mí me impresionó mucho esa respuesta porque yo pensaba que a esos jóvenes les gustaría tener un trabajo remunerado que les ayudara a tener una mejor vida, o a realizarse como personas, y a su edad, incluso buscar nuevas oportunidades que no se veían muy claras mientras seguían recargados en una pared.
Cuando Jesús subió al cielo los apóstoles quedaron desconcertados “parados mirando al cielo” a pesar de que el Señor les acababa de confiar que fueran a predicar el evangelio y a bautizar a todas las personas en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. La primera reacción ante la enorme tarea encomendada fue la parálisis, y quizá a todos nos pasa así cuando nos hacemos conscientes de la misión que tenemos por delante.
Hoy 13 de mayo, en el aniversario de las apariciones de Fátima, los Obispos de México agrupados en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) presentaron el Proyecto Global de Pastoral 2031-2033, que contiene además de un diagnóstico de la realidad, una reflexión desde el evangelio sobre la problemática del país, y posteriormente las propuestas para atender esa realidad. Es un documento que hace una reflexión sobre la manera en que los mexicanos respondemos a la misión de cumplir y realizar la justicia y la paz. Es pues un documento que actualiza el llamado al testimonio cristiano de todos los fieles mexicanos.
La manera cristiana de actuar implica primero contemplar la forma en que Cristo actúa, su vida y su palabra son la referencia fundante, los cristianos actuamos porque Cristo actuó primero, amamos porque Él amó primero.
Después de que Jesucristo ascendió al cielo, siguió un período muy rico de oración de los apóstoles, pasaron 10 días encerrados en Jerusalén orando junto con María su madre, hasta que descendió el Espíritu Santo en pentecostés y todo se transformó. Por eso antes de actuar, el cristiano debe observar a Jesús, después hacer oración para conocer su voluntad y al mismo tiempo estar en posibilidad de recibir la gracia de Su Espíritu. Es relativamente fácil para los cristianos pensar que su acción transforma, olvidando que quién actúa y ama primero es Jesús, y de la unión con ese propósito surge la acción con fruto verdadero.
El documento no escatima en describir los aspectos más duros de nuestra realidad, que contrastan con las expresiones cristianas que deberían dar forma a nuestra comunidad, incluyendo una revisión a la situación actual de las estructuras religiosas y su trabajo, así como el papel de los laicos en este contexto. Contiene además 6 bloques de compromisos que representan las líneas generales de acción para toda la Iglesia en este período de preparación para celebrar los 500 años de la aparición de la Virgen de Guadalupe y los 2000 años de la resurrección de Cristo.
Los cristianos somos testigos de la resurrección y ascensión de Jesús al cielo, ¿seguiremos parados mirando al cielo? ¿O emprenderemos el camino de la conversión, la oración y el testimonio cristiano para llevar la paz, la justicia, la solidaridad y la unidad a donde vayamos?
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