Manipulación política

Posverdad e impunidad

Muchas declaraciones del presidente Donald Trump han sido exhibidas como mentiras por investigadores y periodistas, sin embargo, las sigue repitiendo con un afán de manipular, exaltar emociones de sus seguidores, asustar o desviar la atención de temas importantes, e incluso como forma de intimidación en la negociación con otros países.



Aunque no es el único político que recurre a esta forma de manipulación mediática que se conoce como posverdad, la utilización que ha hecho desde su campaña política ha ayudado a que se le reconozca como una herramienta actual por diferentes gobiernos y medios de comunicación.

La posverdad se presenta en nuestra época como una explotación de la comunicación política que apela a las emociones y a las creencias de la gente para manipularla, en lugar de atenerse a la realidad y a los hechos. Muchos piensan que es un eufemismo o manera “elegante” de llamar a las mentiras o a la propaganda.

El problema con este uso consciente de mentiras en los discursos es que abonan al descrédito de la política y de los líderes en la actualidad, y además genera conflictos por la polarización; por otra parte, su uso se inscribe en dos procesos que caracterizan el inicio del siglo XXI: el relativismo, donde cada quién cree tener su propia verdad, cuando en realidad lo que existe es una gran variedad de opiniones; y lo efímero de la información a través de medios digitales, que busca hacer irrelevante la verdad en lo que se dice, se escriba o se proyecte, mientras se obtenga un efecto en la audiencia, aunque sea momentáneo.

Los ciudadanos quedan inermes frente a las mentiras que manipulan y que esconden la incapacidad y negligencia de políticos y gobiernos, que de esta manera dejan de atender los problemas reales de la comunidad.

El argumento cristiano de “la verdad les hará libres” se vuelve una herramienta poderosa para oponerse a la manipulación, y también a la corrupción, ya que al buscar que se hable con la verdad, se puede también lograr la libertad de decidir, de remover a gobernantes que engañan y no cumplen, y de obligar a que se resuelvan los problemas. Como en toda injusticia, las mentiras de los gobernantes deben tener alguna consecuencia que evite la impunidad.

Algunos mecanismos institucionales que pueden servir para evitar la impunidad en el uso de las mentiras emotivas que manipulan, consisten en fortalecer la transparencia y la rendición de cuentas, a través de observatorios ciudadanos que generen datos e indicadores, o “think tanks” (centros de pensamiento) que pueden analizar datos y generar propuestas para ayudar a la gente a tomar decisiones informadas, contrastadas con los bombardeos emotivos de la posverdad.

También es necesaria la formación ética de los ciudadanos y líderes que se preparan para participar en política; cultivar la honestidad y decir la verdad se convierten en herramientas poderosas para cambiar el estado de degradación de la política que debilita a la sociedad y condena a los marginados a seguir excluidos y manipulados.

Cuando a los niños no se les enseña a decir la verdad, se convierten en personas irresponsables y mentirosas, que cometen injusticias y abusos porque están acostumbrados a no enfrentar consecuencias por sus actos, lo mismo sucede con gobiernos y autoridades que basan su funcionamiento en mecanismos de posverdad, cambiar el estado de injusticia y corrupción actual implica apostar por la verdad y la congruencia desde la participación ciudadana y las instituciones.

@yoinfluyo

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com


 

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