¿De qué sirve decir que el agua es una actividad esencial si no se le trata como tal?
Entre el polvo del desierto, a través de una barda destruida pasaba la manguera del camión para llenar garrafones, tinas, baldes y cazuelas que un joven en silla de ruedas, dos niñas y una señora acercaban a la barda, por atrás se acercó un anciano cargando dos garrafones sucios buscando también un poco de agua. Las pipas (carro tanques) no se daban abasto para surtir de agua a la población que llevaba días angustiada con la bomba del pozo descompuesta, mientras los técnicos trataban de reestablecer el servicio a marchas forzadas, no tener agua durante la pandemia hace más dramática la situación.
En Chihuahua las distancias son largas, y parecen más largas cuando el paisaje está dominado por la escasez y la amplitud del desierto. Viajé por caminos de caliche, ese polvo blanco impermeable que hace más dramática la aridez y que reta a sacarle briznas de vida a la tierra. El agua que extraen de los pozos tiene contaminantes naturales de flúor y arsénico, no es potable, se necesita purificar para beber, todas las comunidades de los alrededores tienen que viajar horas por terracería para ir a la cabecera municipal y llenar sus recipientes para sobrevivir en esos desiertos.
Ese día los vecinos celebraron la instalación de una pequeña planta de ósmosis inversa que da servicio a todos los ejidos y caseríos cercanos, una bendición que merecía la convivencia aun en la emergencia sanitaria, la alegría y la esperanza se hicieron presentes, el agua es el centro de la plática, y en la noche de luna llena se vislumbran relámpagos en la lejanía. El día de San Isidro labrador patrono de la comunidad, llegó el agua.
Días después conversé bajo un nogal con unos vecinos en otra comunidad rural, jóvenes parejas y niños que en sus ropas y piel curtida mostraban su identidad y condición, ellos se cooperan para pagar la electricidad del pozo que ha subido desproporcionadamente, es increíble la insensibilidad del gobierno federal en la pandemia, autoridades municipales y estatales les ayudaron a completar la reparación de la bomba que se quemó, días sin agua, llenos de incertidumbre ahora superada.
Historia similar en otra pequeña comunidad, dos semanas batallando con su bomba, reparaciones, instalaciones fallidas, hasta que autoridades municipales y estatales les apoyaron con técnicos, equipo y dinero para recuperar su fuente de agua.
El alcalde de ese lugar me pidió que escribiera sobre la necesidad de que los usuarios valoren el agua, que paguen sus recibos de 50 pesos mensuales que equivale a 40 centavos diarios por persona para tener derecho ilimitado a agua para sus necesidades sanitarias, de alimentación, de cría y riego de frutales y hortalizas.
En muchas comunidades rurales de Chihuahua la gente paga menos de un peso por persona diario por tener el servicio de agua, eso no permite que sea continuo y de calidad. Y menos si hay miembros de la comunidad que no cooperan con su pago. En las ciudades no es muy distinto, cada miembro de familia paga alrededor de dos pesos diarios por agua para bañarse, lavar, cocinar, regar e incluso desperdiciar, mientras que donde no hay agua entubada, la gente paga lo que sea necesario por unos cuantos litros, porque no la tiene, quienes no pagan el agua, dejan a muchos sin servicio, son tiempos de responsabilidad y solidaridad de usuarios y autoridades.
A pesar de las carencias y la aridez, Chihuahua es el segundo lugar a nivel nacional en percepción de potabilidad según el Inegi, la situación en el resto del país es mucho más grave. A pesar de que el agua es vida y salud, y que esta pandemia muestra la vulnerabilidad en el cumplimiento de este derecho humano, el gobierno federal no ha reaccionado frente a la emergencia con inversión en sistemas de agua, o con la reducción de costos de energía para las comunidades más vulnerables. Los apoyos directos a las personas no sirven donde se necesitan inversiones para la infraestructura de agua. ¿De qué sirve decir que el agua es una actividad esencial si no se le trata como tal? En este asunto, como en muchos otros, es necesaria la adaptación a nuevos esquemas de gestión, y fortalecer la cooperación entre gobierno y usuarios para que el agua alcance para todos. Recordemos que el agua más cara es la que no se tiene.
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