En mi comunidad muchas familias perdieron lo poco que tenían porque se construyeron viviendas en zonas de inundación, con materiales que hacen que en verano se tenga que gastar mucho dinero y agua en enfriarlas, y en invierno mucho combustible contaminante para calentarlas, y además en lugares lejanos que hacen perder tiempo y dinero a sus habitantes en transporte.
Vivimos frente a uno de los ríos más grandes de Norteamérica, y sin embargo la gente no lo conoce, y sus acequias llenas de árboles y vegetación se ocultan a la vista evitando que la gente entre en contacto con la naturaleza. Estas situaciones existen en muchas ciudades.
Esta semana, el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé enviaron un mensaje conjunto al mundo para hacer oración por la creación, donde plantearon dos argumentos, una invitación y un llamado urgente.
El primer argumento es que “La tierra nos fue confiada como un don y un legado sublime, del que todos somos responsables”, y “Nuestra dignidad y bienestar humano están profundamente conectados con nuestro cuidado por toda la creación.” Sin embargo, “No respetamos ya la naturaleza como un regalo compartido; por el contrario, la consideramos una posesión privada. Ya no nos relacionamos con la naturaleza para sostenerla, sino que la dominamos para sostener nuestras propias invenciones.”
El segundo argumento del mensaje de los líderes religiosos sostiene que: “El medioambiente humano y el de la naturaleza se están deteriorando juntos, y este deterioro del planeta recae sobre las personas más vulnerables.” La realidad que describí al principio confirma los dos argumentos, construir las ciudades contra la lógica de la naturaleza por el beneficio de unos pocos, se revierte contra todos.
La invitación en el mensaje es a orar para “dar las gracias al Creador amoroso por el gran don de la creación y comprometernos en su cuidado y preservación por el bien de las generaciones futuras.” Francisco y Bartolomé explican que “un objetivo de nuestra oración es cambiar el modo en que percibimos el mundo para modificar la manera de cómo nos relacionamos con él. El objetivo de nuestro compromiso es el de empeñarnos en alcanzar una mayor simplicidad y solidaridad en nuestras vidas.”
Finalmente el mensaje también hace un llamado urgente “a quienes ocupan puestos de responsabilidad social y económica, así como política y cultural, para que escuchen el grito de la tierra y atiendan las necesidades de los marginados, pero sobre todo para que respondan a la súplica de millones de personas y apoyen el consenso del mundo por el cuidado de la creación herida.”
El sentido de urgencia de la exhortación está en función de la gravedad de la situación, implica cambios de actitud en líderes políticos, sociales, culturales y empresariales, para modificar obras, leyes y políticas que actualmente afectan al medio ambiente y a las comunidades; pero también implica que todos nos comprometamos a una vida más simple y solidaria.
La experiencia de Dios a través de la oración es un camino sencillo, y al mismo tiempo poderoso -por la manifestación del Espíritu Santo-, que nos lleva a cuestionar y transformar nuestras acciones y hábitos para restablecer una relación de respeto con el medio ambiente y las personas, y por otra parte, nos mueve a ir más allá del respeto para que nuestra solidaridad se manifieste en acciones prácticas de cuidado de la naturaleza y de quienes requieren nuestra ayuda.
Si queremos que los más necesitados no vivan condenados a sufrir inundaciones y a pagar altos recibos de energía y transporte, y que todos podamos caminar por senderos arbolados a la vera de ríos y arroyos, mientras disfrutamos del canto de los pájaros y del aire limpio impregnado de aromas naturales, es necesario actuar, empecemos la transformación haciendo oración por la creación.
redaccion@yoinfluyo.com
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com