Manos gruesas y tiernas

Este viernes fui parte de una celebración muy especial, las religiosas Misioneras de María Dolorosa festejaron setenta años de su fundación el día de Nuestra Señora de los Dolores. Un grupo de mujeres que trabajan entregadas a los necesitados con alegría, y con una perseverancia sin descanso, un ejemplo de vida que habla a través de las obras.


Manos serviciales


Lo que más me sorprendió de la celebración fue la sencillez, ya que la misa de seis y media de la mañana se realizó con la dignidad y al mismo tiempo humildad de todas las misas diarias matutinas en su capilla, la celebró el sacerdote del seminario diocesano a quien le tocaba celebrar esa semana, y ellas portando su hábito de siempre.

En el lado izquierdo del altar está una imagen de la Virgen Dolorosa, y la lectura del evangelio de ese día nos recuerda el silencio y el acompañamiento de la madre al hijo que está muriendo desangrado y abandonado en la cruz. Inmediatamente asocié la labor de las hermanas misioneras a esa actitud de la Virgen, en silencio hacen el acompañamiento de ancianos y niños, a quienes cuidan y mantienen como parte de su servicio a la humanidad.

Ver las manos gruesas por el trabajo y al mismo tiempo llenas de ternura por el servicio que brindan a gente abandonada me dice mucho del carisma y del testimonio de las religiosas. Su hábito es de tela de trabajo, azul como el manto que porta la Dolorosa del templo donde atienden un asilo de ancianos. Muchas de ellas son ya ancianas, pero su trabajo y su actitud contradicen a las canas que portan.

Los restos de Monseñor Baudelio Pelayo Brambila su fundador, descansan en el mismo templo donde se celebró la eucaristía, una placa da testimonio de su silenciosa presencia que se manifiesta en las obras que las religiosas mantienen: el asilo de ancianos de Senecu, la ciudad del niño, donde se atiende a niños huérfanos o a quienes sus padres no pueden sostener, entre muchas otras obras sociales en la sierra y en comunidades rurales del estado de Chihuahua.

Son pobres y sin embargo pueden mantener a muchos abandonados, su vida diaria motiva a muchos a ayudarlas con donativos en efectivo y en especie que aunque precarios, son milagrosamente suficientes para atender a quienes sirven, su testimonio hace que algunas personas trabajen para conseguirles apoyos, enfermeras, médicos y otros profesionistas, el milagro diario de vivir en la pobreza con la esperanza en el Hijo de la Dolorosa.

Desde niño me tocó conocer a las hermanas sirviendo a indígenas y a comunidades rurales, así que son una presencia familiar en mi vida, un hermoso ejemplo de servicio que las distingue por su simplicidad desde hace 70 años. Hoy siguen gritando al mundo la verdad del amor al prójimo a través de su labor callada, con su alegría y con sus manos gruesas y tiernas a la vez.

@yoinfluyo

redaccion@yoinfluyo.com

* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com


 

*Las opiniones vertidas en este artículo son responsabilidad del autor

Compartir

Lo más visto

También te puede interesar

No hemos podido validar su suscripción.
Se ha realizado su suscripción.

Newsletter

Suscríbase a nuestra newsletter para recibir nuestras novedades.