Casi 100 años

El tejido social se aprende y fortalece en la familia, muchas veces bajo el impulso de las mamás, claro ejemplo de ello fue la señora María Luisa Iturriza de Fernández.



La semana pasada tuve la oportunidad de participar en el funeral de la señora María Luisa Iturriza de Fernández quien cumpliría el próximo 20 de diciembre 100 años de vida. Ella fue una señora muy conocida, apreciada y respetada en Chihuahua, mientras transcurría el servicio religioso pude reflexionar sobre el servicio que las madres brindan a sus familias y a toda la sociedad.

Al final de la eucaristía algunos de sus hijos compartieron varias anécdotas de su vida que dan testimonio de su generosidad y el servicio que daba a los niños en situaciones precarias. Yo recién pude conocerla hace algunos meses precisamente en el mismo templo en que estábamos, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, donde cada día asistía a la misa de seis de la tarde rodeada de alguno de sus familiares y las personas que la ayudaban por su avanzada edad, quizá inconscientemente, a sus 99 años la señora seguía llevando gente a Dios.

Al iniciar la celebración, un signo que muestra la fortaleza de una familia unida y prolífica fue la valla que hicieron sus nietos y bisnietos, desde la entrada del templo hasta el altar para recibir su cuerpo con respeto y cariño, sus descendientes son casi 170 personas de todas las edades y ahí estaban con ella la mayoría de ellos.

El trabajo social y generoso de la señora María Luisa se extendió por varias partes del estado con obras educativas y de asistencia particularmente en la sierra tarahumara, por lo que un sacerdote de esa región estuvo presente junto con otros sacerdotes de diversas órdenes religiosas. Su testimonio de vida y el beneficio de sus obras fueron reconocidos de manera especial por la presencia tanto del arzobispo de Chihuahua quien presidió la concelebración, como por el gobernador del estado quien asistió discretamente como cualquier fiel a la eucaristía.

Fue significativo que la acompañara también un exgobernador y su esposa junto con múltiples amistades de ella y de sus familiares, yo estuve ahí por la amistad y convivencia que tengo desde hace varios años con cuatro de sus 11 hijos, a través del testimonio de ellos puedo percibir la calidad de la formación que recibieron en su familia y el impacto que ahora tienen en la comunidad siguiendo el ejemplo que su madre les dio, ellos junto con sus familias viven sus responsabilidades empresariales, cívicas y sociales con un claro testimonio cristiano.

El famoso tejido social es una metáfora que representa la solidez de las uniones e interacciones que se dan en la sociedad, la realidad es que se refiere a las relaciones entre las personas que hacen que una sociedad pueda desarrollarse con justicia y paz si las interacciones son positivas, o puede tender al conflicto, la injusticia y la pobreza si las interacciones son efímeras, intermitentes, o donde predominan el egoísmo y la fuerza.

Las hebras de las que se compone ese tejido social se fortalecen o debilitan por la vivencia o no de valores que respetan la dignidad de la persona, que promueven la solidaridad, la paz y la justicia. Algunas personas viven esos principios, sin embargo, por quienes no los practican, las sociedades crean reglas e instituciones para que los vínculos tengan cierta estabilidad, es lo que llamamos estado de derecho.

El estado de derecho puede ser aspiracional cuando las sociedades no viven a plenitud los principios que fortalecen la convivencia con justicia y paz, pero desean que sean estos los que la rijan; o puede ser un reflejo de las prácticas socialmente aceptadas en una comunidad que se institucionalizan a través de leyes y reglamentos. En ambos casos, la formación familiar que promueva o no tales valores y principios, hará que el tejido social sea fuerte o débil.

Esta realidad es la que nos debe llevar a valorar, respetar y apoyar con todo a las mujeres y madres para que existan más familias estables que eduquen en el amor y la responsabilidad, en la solidaridad y el trabajo, en el respeto y el servicio a los demás y al medio ambiente. Descanse en paz la señora María Luisa Iturriza de Fernández, gracias por su vida y su legado.

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