Gustavo Serrano, fue un verdadero caballero comprometido con la sociedad.
Caballero es un “hombre que se comporta con distinción, nobleza y generosidad.” De suyo ya es un adjetivo muy significativo para cualquier persona, si además se distingue también por la humildad y el don de sí mismo en beneficio de los demás, se le puede señalar como caballero cristiano.
Recientemente murió el esposo de mi estimada amiga Eugenia Díez a quien tuve oportunidad de conocer cuando fue presidenta de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos, y de esa manera pude convivir brevemente con él, al final de su vida, cuando estuvo aquejado por varias enfermedades.
Algunas cualidades de su esposo me llamaron la atención: su ecuanimidad, buen humor y fortaleza frente a su enfermedad, y debo confesar que me sorprendió su deseo de seguir trabajando a pesar de sus dolencias.
Amigos en común que lo conocieron desde su juventud dan testimonio de su espiritualidad y humildad, algunos lo consideran un hermano mayor, un maestro, alguien de quien aprendieron y les ayudó a mantenerse en la fe católica a través de la hermandad y la generosidad, su apostolado rindió frutos en el norte y centro del país a través del compromiso de quienes fueron motivados por su vida.
Su convicción de promover la participación de los laicos en la vida cívica y política lo llevaron entre otras actividades profesionales, a participar en organismos ciudadanos y empresariales, fue director nacional de Coparmex y servidor público federal en programas sociales.
Son muchos los pensadores actuales que frente a la realidad de avances tecnológicos que caracterizan a nuestra generación, apelan al cultivo de virtudes propiamente humanas que no pueden ser reproducidas por máquinas como la mejor posibilidad de desarrollo. Distinción, nobleza, generosidad, humildad son virtudes a cultivar desde la familia, y con práctica en todas las circunstancias de la vida para una sociedad más humana.
Cualquier época necesita sus caballeros y damas cristianas, y cuando uno se va es importante que haya quien tome su lugar. Personas que sean capaces de formar familias que a través de su trabajo y testimonio den fruto no solo para sus cercanos, sino para el resto de la comunidad, que lleven los principios cristianos a su quehacer cotidiano para que de esa manera el reino de Dios se manifieste en las realidades temporales.
La catequesis de la Iglesia sobre la participación de los laicos en política es explícita, y se ha hecho más insistente después del Concilio Vaticano II por todos los papas. Los retos que enfrenta la humanidad son cada vez más complejos y reclaman la acción de cristianos que puedan transformar las realidades temporales hacia la justicia, la paz y el bien común.
La cuaresma es un camino hacia la pascua de resurrección de Jesucristo, esperanza de vida eterna para todos los creyentes. Descanse en paz en el amor de Dios Gustavo Serrano, y que su testimonio de vida sea ahora semilla de nuevos laicos comprometidos para beneficio de la sociedad.
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