A los políticos de México les hace falta reflexionar y pensar más en las personas que son, para motivarse en cambiar sus principios, buscando una coherencia de lo que dicen y de lo que hacen.
Al iniciar cada año es común que pensemos en buenos propósitos, la mayoría tienen que ver con cuidar nuestra salud, tratando de recuperar el peso que teníamos antes de las fiestas decembrinas, ya sea a través de dietas o ejercicio; pero también podemos iniciar prácticas que mejoren nuestra familia, trabajo, escuela o país.
En el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2019, el papa Francisco nos propone una reflexión para mejorar la convivencia de las comunidades en los diferentes niveles, desde las familias, pasando por las comunidades, los países y el mundo entero, incluyendo el planeta, nuestra casa común.
Me llamó la atención en particular el número 3 del mensaje: Caridad y virtudes humanas para una política al servicio de los derechos humanos y de la paz, que habla de virtudes humanas y comportamientos al alcance de cualquier persona, y que bien pueden ser incluidos en los propósitos de año nuevo de quienes tenemos que ver con la política en sentido amplio, incluyendo la administración pública, pero también múltiples actividades encaminadas a lograr el bien común desde distintas agrupaciones empresariales, sociales o educativas.
“Es un programa con el que pueden estar de acuerdo todos los políticos, de cualquier procedencia cultural o religiosa que deseen trabajar juntos por el bien de la familia humana, practicando aquellas virtudes humanas que son la base de una buena acción política: la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad.”
Las virtudes humanas se logran a través de la practica consciente y continua, no es suficiente querer la justicia, sino ejercitarla, dar a cada quién lo que merece; buscar la equidad, sin hacer distingo de personas en la toma de decisiones y servicios que se deben dar. Estas dos virtudes están precedidas por el respeto mutuo que se deriva del reconocer la dignidad de cada persona, lo que nos obliga a ser fieles a nuestra palabra y responsabilidad en el manejo de los recursos que tenemos para el servicio de todos.
El cardenal vietnamita Nguyen Van Thuan, quien vivió gran parte de su vida encarcelado, fue el responsable de la edición del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia. También propuso las “bienaventuranzas del político” que el papa cita en su mensaje y que son un programa alterno para que “la política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad”.
Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel; cuya persona refleja credibilidad; que trabaja por el bien común y no por su propio interés; que permanece fielmente coherente; que realiza la unidad; que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical; que sabe escuchar; y que no tiene miedo.
Muchos políticos fallan en la búsqueda de la excelencia e incluso de la santidad porque no son conscientes de su papel y del impacto que su trabajo tiene en la sociedad, y en particular entre los más necesitados de justicia y equidad, entre quienes son excluidos de los servicios y recursos públicos.
Algunos políticos llegan a puestos públicos buscando el beneficio personal, o satisfacciones egocéntricas a través de la presencia en medios y el ejercicio del poder, en lugar de anteponer en cada momento el bien común, por lo que pueden proponerse como propósito el ejercicio de las virtudes humanas en las decisiones que tomarán día a día este nuevo año.
La coherencia entre lo que se cree, dice y hace es fuente de credibilidad, si además se escucha a los demás, será posible lograr la unidad de esfuerzos en una comunidad para realizar cambios radicales, sin miedo a los intereses que seguramente se afectarán para promover justicia, equidad y paz a la mayoría.
Mi deseo para todos en este nuevo año es que el mensaje de paz del papa nos motive a trabajar en las virtudes necesarias para que en lugar de quejarnos de lo mal que está la política y los políticos, desarrollemos propuestas humanistas y solidarias que transformen nuestro entorno y beneficien a todos empezando por quienes más lo requieren.
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