¿Se tratará este debate más que de una cuestión política? O ¿Se tratará de una regresión de la libertad?
Esta pregunta nadie se la va a hacer a usted después de las elecciones. Simplemente el nuevo y progresista gobierno de izquierda propondrá la inmediata despenalización de la mariguana, y se lanzarán a imponerla en este país por medio de la primera brillante idea de la secretaria de gobernación designada para el próximo gobierno, la señora Sánchez Cordero.
Habrá muchas preguntas más que hacerse y que por supuesto nadie las va a responder, pues ¿no habrá intereses ocultos detrás de esta despenalización? y otras más, entre estas, ¿qué opinan los expertos en este tema? ¿se ha estudiado con cuidado el alcance y las consecuencias de la misma? y a usted que tiene hijos ¿le interesa saber acerca de los peligros y consecuencias que esto implica?
Hace apenas algunos años en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, se discutió la posibilidad de legalización de las drogas. Esto, simplemente nos da una idea de la importancia del tema, ¿sabemos los ciudadanos con exactitud la conveniencia siquiera de poder opinar a favor o en contra de esta medida, ya que es un tema que de alguna manera nos concierne a nosotros y a nuestras familias?
Durante las pasadas décadas, el uso y consumo de drogas ha crecido desde haber comenzado como moda entre personas de costumbres bohemias, hasta convertirse en un problema social importante. El uso y consumo de drogas dañinas como la mariguana y otras, puede encontrarse en cualquier escuela secundaria, preparatoria o universidad. Todos sabemos que una poderosa causa de muchos enfrentamientos con armas y multitud de formas de violencia rutinariamente son debido a las drogas. La frustración ha causado en pensar en su despenalización.
Veamos qué dicen quienes han estudiado tanto el tema, como sus consecuencias.
Milton Friedman es un respetado economista norteamericano, fue investigador ‘senior’ del Instituto Hoover de la Universidad de Stanford y Profesor Emérito de Economía en la Universidad de Chicago. Por otra parte, William Bennett fue el “zar de las drogas” bajo la presidencia tanto de Ronald Reagan como de George Bush, investigador del American Enterprise Institute, exdirector de la oficina del control de drogas National Drug Control Policy y exdirector de la Secretaría de Educación de Estados Unidos. Él responde de inmediato a Friedman acerca de su propuesta de legalización de las drogas.
Ambos enfrentan sus criterios sobre bases tangibles, inteligibles y convincentes.
El investigador Friedman escribe una carta a su colega Bennett de la cual extraigo algunos párrafos, exponiendo sus argumentos y a continuación copio otros en la respuesta correspondiente de Bennet.
Señor Bennett: — Lo que usted propone es el aumento de vigilancia policíaca, más cárceles, utilización de la milicia para su combate, mayores penas para quienes trafican droga y una serie de medidas represivas que solo empeoran la situación.
Por supuesto que el problema es la demanda, pero no es solo eso, es la demanda que ha de operar a través de canales represivos e ilegales. La ilegalidad crea ganancias obscenas que financian las tácticas homicidas de los narcotraficantes.
La ilegalidad conduce a la corrupción de los funcionarios que deben aplicar la ley. La ilegalidad monopoliza los esfuerzos honrados de quienes aplican la ley de tal manera que están deseosos de recursos para luchar contra delitos menores como el atraco, el robo y la agresión. Las drogas son una tragedia para los adictos. Pero penalizar su uso, convierte la tragedia en un desastre para la sociedad, para los adictos y los no-adictos.
Hace tiempo el problema fue la heroína en Marsella, hoy es la cocaína en Latinoamérica. Hoy el problema es más serio: más adictos, más víctimas inocentes, más oferta, más dinero para reforzar la prohibición, etc.
Si las drogas hubieran sido despenalizadas hace 17 años, Colombia, Perú, Bolivia, México no estarían sufriendo del narco-terror y los Estados Unidos no estarían deformando su política exterior por el narco-terror.
El alcohol y el tabaco causan más muertes en los usuarios que lo que causan las drogas. La despenalización no prevendrá de que tratemos a las drogas como hoy hacemos con el alcohol y el tabaco: prohibiendo la venta de droga a menores de edad, penalizando la publicidad de las drogas y otras medidas similares. Dichas medidas pueden hacerse cumplir, mientras que reforzar la prohibición abiertamente, no.
Aún más, si una fracción de lo que hoy se gasta en mantener la prohibición, fuera para su tratamiento y rehabilitación en una atmósfera de comprensión y no de castigo, la reducción en el uso de drogas sería radical.
Friedman además aduce que la guerra de drogas socava “la libertad humana sin restricción y la libertad individual”.
Respuesta de William Bennet a Milton Friedman acerca de su propuesta de legalización de las drogas:
Señor Friedman: —- No hay nada nuevo en tu escrito que hace un llamado a la legalización de las drogas. Lo que me sorprende es que continúes estando a favor de una propuesta tan irreal, sin considerar seriamente las circunstancias.
La pregunta que debe ser hecha — y que está siendo ignorada por los defensores de la legalización es ¿qué costo tiene el no hacer cumplir las leyes contra las drogas?
A mi juicio y el de cualquier académico en este campo, el costo potencial de la legalización de las drogas sería tan alto que causaría un desastre para políticas públicas.
Por supuesto que nadie puede decir con certidumbre qué pasará si en Estados Unidos o en cualquier otra nación, de pronto las drogas pasaran a convertirse en un producto de compra. Lo que sí se sabe sin embargo, es que en dondequiera que las drogas se han abaratado y son de fácil obtención, el consumo de las drogas y las adicciones han aumentado excesivamente. En países que producen opio y cocaína, el uso es desenfrenado entre quienes están involucrados en su producción.
El profesor inglés James Q. Wilson nos informa que durante los años en los que la heroína fue permitida legalmente con prescripción médica en Gran Bretaña, el número de adictos creció cuatro veces. Aún más, después de la época de prohibición del alcohol en Estados Unidos –analogía incomprendida por quienes se avocan a la legalización—, el consumo de alcohol aumentó en 350 por ciento.
¿Podremos permitirnos los dramáticos aumentos en el consumo de drogas?
Usted cree –continúa Bennett–, que gastando un poco más dinero en tratamientos y rehabilitación ¿pueden ser evitados los costos del aumento de las adicciones?
Esto es una traición al entendimiento básico del problema enfrentado durante el tratamiento de drogadicción. La mayoría de los adictos no deciden de pronto pedir ayuda. Por el contrario, permanecen adictos ya sea porque el tratamiento no está disponible o porque no lo buscan.
En cuanto a la conexión entre drogas y delincuencia, deberemos primero tener un amplio panorama en lo que se refiere al mercado de las drogas. Contrariamente a lo que se piensa, la mayoría de los adictos no se convierten al ámbito delictivo para mantener su hábito.
Muchas investigaciones muestran que muchos adictos estaban involucrados en actividades delictivas antes de que fueran adictos a las drogas. Muchos ex-adictos que recibieron tratamiento, continuaron cometiendo delitos durante su tratamiento, Y aunque las drogas fueran legales ¿qué evidencia existe de que el drogadicto habitual no continuará robando para obtener dinero para su sustento de alimento, ropa o habitación? Los drogadictos siempre desean más droga de la que pueden pagar y ningún proyecto de legalización ha llegado aún a una solución de satisfacer su apetito.
Es importante por supuesto considerar el hecho de recuperar espacios en donde la droga prevalece, porque el precio de tener leyes en contra de la droga es tener delincuentes que tratarán de violarlas. La propuesta de legalización posiblemente puede reducir hasta cierto punto los delitos de bandas y comercio delictivo, pero sería exagerado decir que desaparecerá el delito.
A menos que distribuyan las drogas abierta y ampliamente, siempre habrá mercado negro para intervenir en el que esté regulado.
De esta manera propongo –continúa Bennett– un mejor sistema de justicia para quitar de las calles a los consumidores de droga y disuadir a los nuevos consumidores de involucrarse cada vez más en una actividad tan peligrosa. La mayoría de la gente reconoce que el consumo de drogas es una amenaza a la libertad individual y a la tranquilidad doméstica, garantizada por la Constitución.
Soy un defensor de las leyes contra el consumo ilegal de las drogas, porque considero que causan un mal a las personas.
No me queda más que preguntar: ¿No se tratará este debate más que de una cuestión política? O ¿Se tratará de una regresión de la libertad?
“Se dice que el hombre tiene cada vez un margen más reducido para elegir y decidir; pero no sabemos si ese margen se ha reducido objetivamente, si el hombre quiere reducirlo o ambas cosas simultáneamente.
Un fenómeno tan íntimamente relacionado con la libertad como lo es el de las enfermedades psíquicas [incluyendo la drogadicción] puede provenir indiferentemente, entre otras, de una doble causa: o el hombre está ya aplastado por una sociedad que lo sofoca, o siente miedo y angustia cuando tiene que decidir”. (C. Llano. Los Fantasmas de la Sociedad Contemporánea)
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com