La idea de que las entidades proaborto están basadas en “hechos”, mientras que los provida se encuentran “sin remedio en ideas retrógradas”, constituye un gran mito que sólo puede ser creíble en un mundo en que la izquierda política ha ejercido dominio por décadas sobre instituciones de estudios académicos.
Quizá no todos se enteraron que, en enero de este año, tuvo lugar la “Marcha por la Vida” en Washington, D.C. a la que asistieron miles de personas incluyendo al vicepresidente de EEUU, Sr. Mike Spence. El lema de la marcha fue “Provida es Prociencia” enfatizando las contribuciones de científicos quienes han revelado verdades “ocultas” sobre el desarrollo humano en el útero y la naturaleza única de la vida humana incluyendo a aquellos que aún no nacen. Es de notarse que aparecieron carteles de los manifestantes con una imagen de la Virgen de Guadalupe que decía: “María, Madre de Dios, Ruega por Nosotros. Escoge la Vida, María te Ayudará”.
Cuando se hacen a un lado las verdades científicas sobre la vida humana en el útero, surgen de inmediato ideologías de todo tipo, así se destruye el lenguaje para volverlo confuso y ocultar el verdadero sentido de los significados.
La idea de que las entidades proaborto están basadas en “hechos”, mientras que los provida se encuentran “sin remedio en ideas retrógradas”, constituye un gran mito que solo puede ser creíble en un mundo en que la izquierda política ha ejercido dominio por décadas sobre instituciones de estudios académicos, así como en instituciones internacionales que determinan en último término lo que constituye “progreso” para el desarrollo.
El enfoque dentro de las Naciones Unidas es que, desde el desarrollo global a la paz y seguridad, hasta los derechos humanos, todas estas áreas de debate se han convertido en campos de batalla por el tema del ‘aborto’. Hablando claro, este tema discutido en resoluciones y foros ONU bajo el nombre de “salud sexual y reproductiva” por su íntima relación con el aborto, está siendo constantemente disputado.
Cuando llegó por primera vez a una votación el controvertido término, 73 países votaron por mantenerlo fuera de un párrafo en la Asamblea General Anual sobre “derechos del niño”. Quizá nos preguntaremos ¿qué país propuso que se incluyera la “salud sexual y reproductiva” en dicha resolución de la ONU? La votación fue resultado de una enmienda lamentablemente propuesta por MÉXICO como reacción contraria a los esfuerzos diplomáticos provida de EEUU.
Estados Unidos se había opuesto a todas las referencias que se pudieran incluir sobre la salud sexual y reproductiva en negociaciones de resoluciones de la ONU y propuso enmiendas para borrar el término o calificarlo para excluir el aborto en otras dos resoluciones sobre asuntos de la mujer. Como resultado, grupos a favor del aborto y los gobiernos que lo apoyan se mantuvieron en alerta. Estos grupos abortistas encontraron un aliado en el embajador de México Juan José Gómez Camacho para hacer retroceder a EEUU en sus esfuerzos. El embajador mexicano explicó que no aceptaría ningún “repliegue” sobre la “salud sexual y reproductiva” y propuso una enmienda a la resolución sobre derechos del niño para reintroducir una mención sobre este término en el párrafo de la resolución que correspondía al derecho a la salud, la cual anteriormente había sido dejada fuera a propuesta de las delegaciones africanas.
En un apasionado discurso el señor Gómez haciendo gala de representante de México, dijo que la enmienda propuesta había sido presentada más como afirmación política, que como un honesto esfuerzo de mejorar la resolución.
Sus palabras fueron: “No tengo duda de que, si esta enmienda es votada, perderá. Nosotros perderemos. Yo sé que lamentablemente la inmensa mayoría de esta sala se abstendrá o votará en contra, esto es lamentable. Muy bien, pero ¡No me importa!”
Y continuó: “Lo que vale aquí no es ganar o perder, sino mantenerse defendiendo (la salud sexual y reproductiva) y no bajar la guardia”. Esta propuesta fue rechazada por sólo 11 votos a favor, 73 en contra y 85 abstenciones.
No se necesita mirar muy de cerca lo que pasa en el sistema ONU para saber exactamente cómo la “salud sexual y reproductiva” es el principal conductor para la promoción del aborto internacional tanto normativa como programáticamente. Es un ejercicio rutinario de agencias y oficina de la ONU e interferir en asuntos internos legislativos y judiciales de los Estados para presionarlos y liberalizar el aborto.
Apenas en el verano del año pasado la UNFPA, el UN-Women, la Oficina de Derechos Humanos (UNU-DH), la Oficina de la ONU Contra las Drogas y el Delito (UNODC) mediante la Oficina de Enlace y Paternariado en México provocaron activismo judicial sobre el aborto en México interfiriendo en un proceso judicial en el que “se otorga el amparo a una mujer a quien le fue negado el servicio de salud para la interrupción del embarazo producto de una violación sexual” (abril, 2018). Esta interferencia se efectuó antes de que el proceso llegara a una conclusión. Cuando los medios cuestionaron a estas agencias el por qué de esta intervención en una decisión judicial en México, dijeron que solamente estaban llevando a cabo los deseos del Gobierno Federal Mexicano.
A esta acción siguió un manual en el sistema ONU sobre “acceso a la justicia” para mujeres, llamado: “A Practitioner’s Toolkit on Women’s Access to Justice Programming. UN-Women, UNDP, UNODC & OHCHR”, que instruye al personal de la ONU para que promueva el aborto como medida “específica de género” de acceso a la justicia. El manual dice que los gobiernos “deben” incluir el aborto como parte de la “salud sexual y reproductiva”. En noviembre pasado, el Comité de Derechos Humanos de la ONU finalizó un comentario legal sobre el “derecho a la vida” dentro del tratado de derechos civiles, que es uno de los dos tratados fundamentales de derechos humanos en la ONU, éste define el derecho a la vida incluyendo el “derecho al aborto” entre otros asuntos de “salud sexual y reproductiva”.
Éstos son algunos de los recientes ejemplos de defensa del aborto en la ONU, todos bajo la rúbrica de “salud sexual y reproductiva”. Así, lo que ha permitido tanto a las agencias ONU como a la oficina de derechos humanos para propugnar el aborto con impunidad, es la ambigüedad del término mismo y también la falta de responsabilidad de agencias y de la oficina de derechos humanos en la ONU.
Por tanto, deduzcamos si realmente el tan repetido término significa algo positivo ya que por más que se analice, no es positivo ni para el no-nacido porque significa su muerte, ni para la mujer porque significa sufrimiento, ni para la salud, porque los países deberían proveer a las mujeres alternativas de salud y no de muerte. Pero tristemente han inventado otro término en contrasentido, el “aborto seguro” para seguir confundiendo y ningún Estado miembro ha intentado señalar la responsabilidad que recae en las agencias, ni en la oficina de derechos humanos ONU.
Y esto ¿seguirá igual o peor?
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