El ideal de la familia formada por un varón y una mujer en matrimonio dedicada a la crianza y educación de la prole es algo que la ‘nueva moral’ se ha dedicado a destruir.
Acabamos de pasar un período del año de gran importancia. Todo el mundo entero se alegra y celebra de una y otra manera el ‘motivo’ de estar alegres durante diciembre, ese motivo está más allá de lo que muchos quieren aceptar, pero en el fondo saben que: Dios mismo nos envió a Su Hijo para nacer pobremente dentro del seno de una FAMILIA, y los mismos sacerdotes eruditos de Oriente fueron a reconocerlo y darle regalos. Este pequeño Niño Dios vino aquí enviado desde el Cielo para guiarnos, para redimirnos, para salvarnos y para quedarse aquí con nosotros.
Y nosotros ¿lo recibimos?
Ahora, previo al comienzo de un nuevo año, volvamos a nuestras raíces, reflexionemos, ¿Qué significa para mí “la familia”? ¿Es mi familia mi padre, mi madre y yo? O ¿es mi padre, madre, hermanos y yo? O ¿forman parte de mi familia, aunque no de nuestras decisiones, mis abuelos, mis primos, mis tíos? O ¿mi familia es solamente mi madre, hermanos y yo? ¿Quién(es) me criaron, alimentaron, guiaron? Y si me meto en algún problema ¿quién me defiende?, ¿quién es la primera persona que me busca si no me encuentran?, ¿quién responde por mí? Y ¿qué pasaría si no hay niños que nazcan, o los matan antes de nacer, o quedan sin un padre y una madre, o las nuevas ideologías y organismos mundiales tratan de impedir de muchas formas que no haya familias?
La FAMILIA es reconocida por la Declaración Universal de los Derechos Humanos como “el elemento natural y fundamental de la sociedad” y además “tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado” (Art. 16-3)
La familia como parte importante de la sociedad, debe tener estabilidad para florecer. Esta estabilidad debe consistir en estabilidad social y protección. En países desarrollado y ricos, el rompimiento familiar está causando retos inimaginables para la protección social. Aun en el contexto de la paz y seguridad, el tema de la estabilidad familiar es una consideración esencial para tomar en cuenta no solamente con respecto a la reunificación familiar, sino también cuando se diseñan intervenciones humanitarias. Los gobiernos tienen la obligación, bajo la ley internacional de adoptar leyes y políticas que, tanto como sea posible, provean condiciones que conduzcan a la formación familiar de padre, madre e hijos y a su estabilidad.
¿Estamos soñando? Lo que pasa en nuestra realidad es algo distinto, es algo que todos debemos confrontar en el caso que queramos a nuestra familia y un progreso estable.
El ideal de la familia formada por un varón y una mujer en matrimonio dedicados a la crianza y educación de la prole es algo que la ‘nueva moral’ se ha dedicado a destruir. José Luis del Barco en la introducción a un libro de Joseph Ratzinger nos decía ya desde el año 2000, que “evocar los valores solo sirve al parecer, para romper el consenso social. Hablar de moral solo sirve para enredarse en insustanciales juegos de palabras. …” La visión de la realidad social que se palpa abre el camino a una visión minimalista, leve o light de la moralidad, pues hoy solo se entiende a la ‘moral del buen funcionamiento’ aunque ese funcionalismo no funcione.
Las feministas radicales que se involucraron en el cambio ‘a favor’ de la mujer, o más bien, a la destrucción de la familia, por medio de la “revolución sexual,” introduciendo en principio una “perspectiva de género” que vendría con muchas de las ideologías existentes elaboradas por ejemplo por: Judith Butler, Alison Jagger, Marta Lamas, Marcela Lagarde, etc. introdujeron ideas muy radicales emanadas desde el ámbito internacional. El rechazo feminista radical a la familia es que esta institución básica de la sociedad “crea y apoya un sistema de clases sexo/género.” Es bien sabido que cuando la mujer cuida a sus hijos en el hogar y el esposo trabaja fuera de casa, las responsabilidades son diferentes y por tanto, no igualitarias. Se concibe esta ‘desigualdad’ en el hogar como ‘desigualdad en la vida pública,’ y entonces la mujer no tendría el tiempo para dedicarse a la vida pública. Así, las feministas radicales opinan que “ninguna mujer debería quedarse en casa para cuidar a sus hijos.”
De aquí se pasa con más facilidad a la llamada “deconstrucción” de la familia, no solo porque se considera por el feminismo radical que la familia esclaviza a la mujer, sino porque, dicen, condiciona socialmente a sus hijos para que acepten a la familia, el matrimonio y la maternidad como algo natural. He aquí un principio para destruir a la familia natural. El trabajo del hogar entonces se convierte en una ‘carga’ que afecta negativamente los “proyectos profesionales” y el éxito de la mujer.
Junto con esto, está la presión internacional para la disolución familiar. Lo primero que se habló a partir de la Conferencia Mundial de la Mujer en 1995 en la Organización de las Naciones Unidas fue: cómo introducir la “perspectiva de género” en todo el mundo. Lo primero era “la igualdad de los sexos como meta, la incorporación de la perspectiva de género, como estrategia.”
Hoy no es nada nuevo decir que el sistema de Naciones Unidas está promoviendo el aborto y la agenda LGBT+, así como es bien sabido este hecho en ámbitos diplomáticos. Llamados ‘expertos’ de la ONU y titulares de mandatos intentan continuamente elaborar nuevos ‘derechos’ internacionales en relación con el aborto y a asuntos referidos de LGBT que nunca han sido acordados por los Estados Miembro. La extensión y vituperio por el cual los mecanismos ONU hacen esto, es en la mayor parte de los casos, de manera oculta.
La última sesión 47ª del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, Suiza dio un ejemplo de expertos y titulares de mandatos promoviendo elaborar nuevos ‘derechos’ internacionales relativos al aborto y asuntos LGBT que nunca habían sido negociados ni acordados por los estados.
A pesar de que muchos países se han opuesto a afirmar e incluir en la ONU acuerdos y tratados con términos ambiguos promocionando ‘derechos’ LGBT, apenas hace un par de semanas, el 16 de diciembre, una resolución en ‘integridad de elección’ patrocinada por Estados Unidos fue adoptada ‘por consenso’ (sin votación) por la Asamblea General ONU (UNGA). Sin embargo 22 países se expresaron y desasociaron o reservaron del controvertido lenguaje LGBT en esta resolución de EEUU, pero entre estos, no se encontraba México.
En esta resolución se introdujeron términos LGBT muy controvertidos como “orientación sexual e identidad de género” y “mujeres en toda su diversidad.” Este último término es opuesto por naciones conservadoras debido a que es considerado una manera eufemística de referirse a las mujeres de diversas orientaciones sexuales e identidades de género y también para incluir a varones que se identifican como mujeres (v.gr. “mujeres” transgénero). La razón por la que esta cláusula fue puesta en la resolución por EEUU fue para continuar avanzando en su agenda de imperialismo sexual e imponerla en países sin su aceptación y de manera manipulativa.
¿Favorece todo esto a la familia, a los menores de edad, a la integración familiar? Es obvio que no, aquí lo que se busca es: “la igualdad de los sexos” al mismo tiempo cambiando el término por “géneros” para incluir toda clase de aberraciones imaginarias por medio de otros ‘géneros’.
Los ataques a la familia son múltiples, provienen de muchas fuentes. En reciente noticia (El Universal, 31 Dic. 2021) en 1ª plana, afirma que “los delitos de violencia familiar y violación cerrarán el año con números históricos en número de carpetas de investigación abiertas por fiscalías o procuradurías estatales…De enero a noviembre suman 234 mil registros por violencia familiar…” Y al respecto el director del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC), Francisco Rivas R. afirmó que la violencia familiar, la pobreza, el abandono, la falta de oportunidades y el contexto social son algunos de los factores que posibilitan el reclutamiento de jóvenes por parte de grupos delincuenciales en el país. Es obvio que las ‘tensiones’ en el seno familiar también provienen de las cargas para sobrellevar los gastos, como alimentación, servicios médicos, colegiaturas, tanto por los incrementos registrados como por los ingresos de los hogares.
En breve artículo como este, solamente deseo mencionar que el feminismo de género avanzó por una ruta de la interpretación neo-marxista de la historia en cuanto a que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido y del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, así la primera opresión es la del sexo femenino por el masculino. Shulamith Firestone afirma la necesidad de destruir la diferencia de clases y más aún, la diferencia de sexos. Así, las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarían culturalmente.
Para los defensores de la ‘nueva perspectiva’ no se deben hacer distinciones porque cualquier diferencia es sospechosa, es mala, ofensiva y “discriminatoria.” Buscan establecer una igualdad total entre el hombre y la mujer, sin considerar las naturales diferencias entre ambos, empezando por las diferencias sexuales. Al relativizar estas, según ellos, no existen ya dos sexos, sino más bien muchas “orientaciones sexuales.”
Así el primer blanco a destruir nuevamente es la familia, Ferguson y Folbre diseñan 4 áreas clave de ‘ataque:’
1. Reclamar apoyo oficial para el cuidado de niños y derechos reproductivos (significando aborto)
2. Reclamar libertad sexual, que incluye el derecho a la preferencia sexual (derechos homosexuales, lesbianos, LGBT+, transexualismo)
3. El control feminista de la producción ideológica y cultural
4. Establecer ayuda mutua, sistemas de apoyo económico a la mujer.
Al revisar la agenda feminista, Dale O’Leary evidencia que cada punto de esta no es mejorar la situación de la mujer, sino separar a la mujer del hombre y destruir la identificación de sus intereses con los de sus familias.
De esta manera llegamos a las estadísticas actuales en que los medios de comunicación ni siquiera hablan ya de la familia como base de la sociedad, sino del “avance de derechos civiles” entre los cuales se menciona que el año 2021 los congresos locales avalaron el llamado “matrimonio igualitario” el cual ni siquiera llega a ser un verdadero matrimonio ya que este solamente puede darse entre un hombre y una mujer por su fundamento natural y fecundo para dar origen a nuevas vidas. En México ya es legal el matrimonio igualitario, que además de la gran capital en varios estados incluyendo este año a California, Yucatán, Zacatecas, Sonora, Sinaloa y Querétaro.
Entre ese ‘avance’ de derechos civiles se habla del aborto, es decir, de la muerte provocada de un ser humano vivo en el vientre de la madre en el año 2021 también ya fue legalizado en B. California, Veracruz y Colima hasta las 12 semanas de gestación.
Todo esto ha contribuido a que las víctimas de esta ideología de ‘género’ se hayan seducido dejándose llevar y perdiendo todo sentido de la realidad, abarcando raras y peligrosas creencias. El contagio social y locuras masivas han afectado a numerosos grupos de individuos que se presentaban como personas inteligentes; las ideologías han alterado a sociedades enteras y esto ha costado muchas vidas.
Esto ha entrado en la civilización como un ciclón con fuerza totalitaria. El ‘transgenerismo’ ha cimbrado los fundamentos de lo que se creía verdadero. Hoy, el conocimiento científico es rechazado y la práctica médica ha sido secuestrada a una nueva “realidad”: que el género es independiente del sexo, que varones y mujeres de cualquier edad, aún niños pequeños, son titulares de su propia autoidentificación transgénero en base solamente a sus sentimientos, y que literalmente cada individuo y cada segmento de la sociedad debe seguir la identidad escogida a riesgo de perder su reputación, su manera de vivir y aún su libertad, imponiendo una aceptación forzada en la sociedad a su ‘estilo’ de vida y demandando derechos igualitarios de género.
Dentro de esta corriente, es obvio que la ideología debe comenzar desde los más pequeños, ya que a partir de allí las bases familiares pueden derrumbarse. Se parte entonces por la enseñanza de la llamada “Educación Integral en Sexualidad, EIS” la cual va más allá de una simple educación sexual. Este es uno de los más controvertidos términos en la ONU, y podríamos decir que es el término de batalla de activistas de derechos sexuales utilizado para cambiar normas sexuales y de género en sociedades conservadoras forzándolas a aceptar el aborto, la promiscuidad y el transgenerismo.
Los programas de la EIS buscan cambiar a la sociedad, cambiando normas sexuales y de género y enseñando a los menores a promover sus ‘derechos sexuales.’ La mayoría de los programas EIS promueven la aceptación de diversas identidades sexuales y orientaciones y tienen un enfoque casi obsesivo en el placer sexual, instruyendo a niños, niñas y jóvenes cómo obtener placer sexual de distintas maneras.
La Educación integral en sexualidad, EIS ya es enseñada en México en programas SEP por medio de libros escolares desde primarias, secundarias, etc. Vale la pena como padres de familia, revisar y estar al tanto para enfrentar lo antes posible estas corrientes y evitar las graves consecuencias que ya está ocasionando en el Primer Mundo y ahora en nuestros países en desarrollo. Para la Dra. Michelle Cretella, Presidenta del Colegio Americano de Pediatras, “La EIS va más allá de la educación sexual y es una agresión peligrosa a la salud y a la inocencia de la niñez.”
El autor Michel Schooyans decía que la crisis de la familia contribuye indiscutiblemente a que se deteriore el respeto que se debe a la vida, y a la inversa, este deterioro contribuye a acentuar la crisis de la familia. Para romper este círculo vicioso resulta imprescindible tomar de inmediato acciones a favor de la familia. Puesto que la familia es la célula básica de la sociedad y por excelencia, la fuente de dicha humana, es urgente que todos los hombres y mujeres de buena voluntad se esfuercen por revalorizarla.
“El sendero [para defender a la Familia] será largo y difícil, sin embargo, debemos tener el valor para entrar en esa senda y el valor para continuar hasta el fin.” Juan Pablo II.
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