Impacto de las teorías culturales contemporáneas

La forma revolucionaria y antinatural de vida ha robado a las personas la forma natural de contestar a la pregunta universal: “¿Quién soy yo?”.



Quién en la época actual no ha escuchado hablar de las llamadas “guerras culturales” que han dado resultados mayormente negativos socialmente hablando.

Recientemente, en un grupo familiar reunido para una celebración de un cumpleaños fue muy obvio que los presentes provenían de una sola familia consanguínea cuyos padre y madre unidos en matrimonio, tuvieron varios hijos a quienes criaron y formaron en su religión católica hasta su partida final.

De estos hijos, solamente uno formó una familia similar a la de sus padres. Los demás, dejándose llevar por teorías culturales contemporáneas no vieron la necesidad de formar matrimonios duraderos y familias sanas.

Por supuesto estas personas contemporáneas fueron arrasadas por guerras culturales y en su ligereza por el paso de esta vida, dieron por resultado familias incompletas, madres solteras, padres divorciados, algunos de estos viviendo en unión libre con una segunda persona y podría decirse que alguno de ellos soltero adulto quizá con tendencias homosexuales.

Podríamos decir entonces, sin temor a equivocarnos, que dicha reunión “familiar” quizá sea el final de una familia, ya que los descendientes de estos carecerán de familiares consanguíneos en reuniones subsecuentes, no conservarán ese sentido de sentirse familiarmente “en casa” ya que serán seres aislados de otras personas con quienes no tendrán vínculo de ascendencia o parentesco.

La moderna ‘disminución’ de la familia, y junto con ello, de las creencias religiosas, cobra cuota a la civilización. Es difícil creer que estamos mejor en un mundo en donde muchos varones no conocerán la alegría o la profundidad espiritual de la paternidad o la conocerán después de pasar más adelante a la edad adulta, en comparación con otros que tienen a sus hijos siendo más jóvenes. Muchas mujeres llegan a mediana edad sin jamás haber tenido en brazos a un bebé, ni tampoco haber criado a alguien desde el nacimiento hasta su edad adulta, y en donde porciones crecientes de población no se acercarán a muchos de los grandes tesoros del patrimonio humano, como son por ejemplo el arte, la literatura y la filosofía de la judeo-cristiandad.

Las prerrogativas de la llamada “revolución sexual” han dado lugar a dogmas seculares que hoy no son negociables, como el crimen del aborto legal; los varones y las mujeres son ahora unidades intercambiables; la biología ya no es la realidad; la mujer puede o no, tener hijos y/o criarlos; el matrimonio ya no es necesario, ahora se habla de ‘parejas’ que muchas veces sustituyen a los hijos por una mascota, etc.

Así, la ortodoxia religiosa en última instancia es el adversario – debido a que solamente la ortodoxia religiosa se opone en medio como dique a las demandas irracionales.

Todo esto ha traído también una crisis de identidad. La forma revolucionaria y antinatural de vida ha robado a las personas la forma natural de contestar a la pregunta universal: “¿Quién soy yo?”.

Alguna vez, esta pregunta no era difícil de responder. Sin embargo, hoy la secularización significa que muchas personas ya no se identifican a sí mismas primero como cristiano-católicos, es decir, como hijos de Dios, y después con los demás.

Simultáneamente, la separación del concepto del átomo familiar significa que mucha gente no construye identidades estables como madre, padre, hermanos, hermanas, primos, tíos o tías. Esto, debido a que después de la ‘revolución sexual’ las personas tienen cada vez menos de estos importantes vínculos, hasta llegar el punto en que muchos prefieren una falsa libertad sin vínculo alguno con sus parientes consanguíneos más cercanos, y toman la decisión de alejarse de padres y hermanos llegando a carecer de apego familiar alguno.

En grandes ciudades ha aumentado el número de personas solteras viviendo en departamentos casi como norma usual. En otros, el matrimonio es cada vez más tardío y los hijos son cada vez más escasos, por lo general criados en gran medida en guarderías o escuelas de tiempo completo en donde tienen su comida principal sin sus padres ni familiares y van disminuyendo en el aprendizaje en virtudes y valores, ni a tomar en cuenta a sus padres como sus principales guías. El autor Zig Ziglar por el contrario declaraba algo muy importante, que: “para los hijos, el amor es tiempo”.

Dentro de este vacío familiar y metafísico, la ‘política de identidad’ sirve como un áspero sustituto para las comunidades. Ya que no son capaces de vincularse de manera firme y segura a su familia, a su religión, a sus parientes, o a un fin valioso, las personas se sienten desconectadas y se dejan llevar, por el contrario, a sentir alguna satisfacción emocional en colectivos políticos o de masas. Debido a esto, la política de identidad está abarcando elecciones y leyes en países occidentales principalmente.

En consecuencia, muchas personas al cabo del tiempo sufren las consecuencias sin siquiera saber qué les aflige. Esta preocupación y deseo de hacer algo al respecto, continúa durante mucho tiempo.

Por otra parte, los menores de edad son fácilmente sugestionables y maleables. Al percibir que son muy pocas las familias formadas por padre/madre/hijos y ya no hay prácticamente nunca una reunión ‘familiar,’ y por otra parte, en su salón de clases, en medios sociales, videos, etc. se promueven ‘otros’ tipos diversos de familia-s e identidades llamadas ‘arco iris’, esto coincide con el incremento de familias divididas, madres solteras, familias quizá formadas con medios hermanos y personas muy jóvenes que se identifican LGBT+. Actualmente, de acuerdo con Gallup en Estados Unidos, uno de cada cinco adultos de la llamada “Gen Z” se identifica como LGBT. Este dramático incremento demuestra que estas identidades están siendo creadas, no discernidas.

¿Quién(es) tiene el derecho a dirigir el correcto desarrollo de los menores? ¿Estarían entre las opciones el gobierno, los legisladores que introducen leyes culturales ideológicas, las enseñanzas escolares no desglosadas junto con los padres de familia, los medios de comunicación, o…etc.? O ¿los padres de familia?

El papa Francisco incluso, ha notado una creciente preferencia por perros en lugar de hijos. Recientemente hablando sobre el “invierno demográfico” en el cual las personas no quieren tener hijos o solamente uno y no más, dijo que escoger tener perros o gatos en lugar de hijos involucra “un cierto egoísmo.” Y agregó que “la negación de la paternidad y la maternidad nos disminuye”, -“nos quita nuestra humanidad,” – concluyó el papa Francisco.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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