El domingo 28 de julio se llevarán a cabo elecciones presidenciales en Venezuela y, una vez más, los venezolanos tendrán la esperanza de que los resultados sean respetados y con ello se ponga fin a una dictadura populista que lleva más de un cuarto de siglo y que ha ocasionado el exilio de más de ocho millones de venezolanos.
A pocos días de la elección, Edmundo González Urrutia, de 74 años y candidato opositor de centroderecha encabeza las encuestas con más de un 68% de intención de voto, frente al 11% del presidente Nicolás Maduro.
Sin embargo, todo parece indicar que, al igual que ocurrió en 2018, el presidente Maduro volverá a robarse las elecciones.
Existen varios indicios preocupantes que hacen suponer que acabará consolidándose una dictadura que, al igual que la cubana y la nicaragüense, lleva todas las trazas de convertirse en vitalicia.
Por lo pronto el régimen de Maduro ha impedido que cuatro y medio millones de venezolanos exiliados (más del 20% de los votantes) puedan registrarse para votar en el extranjero.
De los venezolanos residentes fuera del país tan solo 107 podrán votar.
Asimismo, Maduro ha descalificado a los principales líderes opositores, entre quienes destaca María Corina Machado, quien el pasado mes de octubre ganó una primaria de la Oposición con más del 92% de los votos.
En Venezuela no existe la libertad de expresión, tanto así que González Urrutia, Corina Machado y otros personajes contrarios al régimen no tienen acceso a la televisión abierta.
Aparte de lo anterior, Maduro ha ordenado que decenas de activistas opositores sean arrestados.
Y como último clavo para cerrar el ataúd, Maduro ha prohibido que las elecciones sean supervisadas por observadores internaciones tanto de la OEA (Organización de Estados Americanos) como de la Unión Europea; los únicos observadores extranjeros que han sido invitados son los que pertenecen a grupos que simpatizan con la dictadura venezolana.
Al mismo tiempo, en los últimos días Maduro ha intentado dar una imagen más moderada al iniciar una serie de negociaciones con los Estados Unidos, país con el cual Venezuela no tiene relaciones.
Dentro de la misma estrategia tendiente a presentarse como moderado, Maduro condenó el atentado que sufrió el ex presidente Donald Trump en días pasados.
Repetimos: Maduro pretende mostrar una cara simpática y tolerante que –por desgracia- en el caso de que volviese a robarse las elecciones, ya el mismo Maduro no tendría ningún reparo en arrancarse la careta.
¿Qué ocurrirá el cada vez más próximo domingo 28 de julio?
¿Volverá a consumarse otro fraude? En caso de que eso ocurriera… ¿Cómo reaccionaría un pueblo que se siente engañado? ¿Saldría a las calles protestando? Y si eso hiciera… ¿Qué tan despiadada sería la represión del régimen?
Y yéndonos a la esfera internacional: ¿Cómo reaccionaría la comunidad internacional, especialmente la OEA y la Unión Europea? ¿Qué papel jugaría Putin? Y China, ansiosa de abrir mercados en América del Sur… ¿Cómo actuaría?
Considerando que este es un año electoral en los Estados Unidos… ¿Cómo aprovecharían los candidatos de aquel país un posible fraude electoral en Venezuela para ganar votos? ¿Harían tanto el candidato republicano como el candidato demócrata promesas que, en caso de ser electos, se verían en aprietos para poder cumplirlas?
Situación difícil la que se vive en Venezuela y que, por lo que acabamos de exponer, afecta no solamente a dicho país sino también a gran parte de la comunidad internacional.
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