Universidad 1601

Es una maldición de cuatro décadas para las personas que viven en el inmueble número 1601 de la Avenida Universidad, pues parece que habitan una casa embrujada.



Quienes se atrevan a circular por una de las más importantes avenidas del sur de la Ciudad de México, habrán de toparse con un estilo arquitectónico muy original que no se encuentra en ninguna otra parte del mundo.

Ya sea en coche o ya sea a pie, quienes circulen por la Avenida Universidad podrán observar una curiosidad que no sabemos dentro de cual estilo encuadrarla.

Desde luego que no es ni románico ni gótico puesto que ambos estilos florecieron en la Europa de la Edad Media. Y ya en nuestras tierras, dicha curiosidad tampoco pertenece ni al Barroco Mexicano que floreció en los siglos XVII y XVIII ni mucho menos a un moderno estilo del pasado siglo XX.

Seamos más precisos: En el número 1601 de la Avenida Universidad, justo en los límites entre las Alcaldías Coyoacán y Álvaro Obregón, encontramos un edificio que, más que original, resulta ser un adefesio.

Si consultamos el Diccionario Larousse, veremos que la palabra “adefesio” se aplica a toda “persona o cosa muy fea o extravagante”.

Y es que el edificio que se levantó a unos metros al sur de los Viveros de Coyoacán resulta un extraño engendro de lo feo con lo extravagante.

¿Saben nuestros amigos lectores el motivo por el cual calificamos a dicho edificio de ser una mezcla entre la fealdad y la extravagancia?

Muy simple: Porque casi no tiene ventanas. Perdón, si las tiene, pero todas están tapadas con bloques de cemento colocados con un ángulo de 45 grados que impide que los habitantes puedan recibir los saludables rayos del sol naciente.

A lo más que pueden aspirar los sufridos moradores del edificio de Universidad 1601 (Alcaldía Álvaro Obregón) es a ver la calle después de hacer una serie de piruetas para asomarse por el pequeño espacio que está abierto y que les permite ver parte de la avenida.

Según hemos logrado averiguar, el edificio fue construido de manera normal, o sea con las ventanas abiertas permitiendo el paso tanto del aire como de la luz solar.

Todo transcurría con normalidad hasta que, para los sufridos habitantes de Universidad 1601, llegó el fatídico 25 de septiembre de 1981.

Y si calificamos de fatídica dicha fecha fue porque a partir de ese momento empezaron las desgracias para los moradores de un edificio que, desde entonces, parece que está embrujado.

Fue el 25 de septiembre de 1981 cuando tuvo lugar el “destape” del entonces secretario de Programación y Presupuesto, Miguel de la Madrid.

Considerando que, en aquellos tiempos del viejo PRI-Gobierno, el “destape” equivalía al nombramiento del futuro presidente, quienes estaban a cargo de la seguridad nacional decidieron tomar medidas.

Y como enfrente de dicho edificio -después de pasar el Puente de Panzacola- en la Casa del León Rojo, vivía Miguel de la Madrid, el Sistema decidió proteger al futuro presidente.

Temiendo que, desde alguna de las ventanas del edificio de Universidad 1601, alguien pudiera atentar contra el precandidato o su familia, se ordenó a los propietarios del inmueble que taparan dichas ventanas con cemento dejando solamente una pequeña abertura lateral para que entrase el aire.

Eso ocurrió en el otoño de 1981. Un año después, Miguel de la Madrid tomaba posesión de la Presidencia, vivió seis años en Los Pinos y regresó a su casa de Coyoacán en diciembre de 1988.

De todos los presidentes que México ha tenido en el último medio siglo, Miguel de la Madrid ha sido el menos impopular, razón por la cual era improbable que, después de haber dejado la Presidencia, pudiera sufrir un atentado.

Incluso era frecuente verlo tanto a él como a su esposa doña Paloma pasear tranquilamente por el centro de Coyoacán.

Tanto Miguel de la Madrid como doña Paloma fallecieron hace algunos años e incluso la Casa del León Rojo tiene ya otro propietario.

Pues bien, a pesar de todo eso, las ventanas de Universidad 1601 continúan semicerradas.

Una maldición que lleva cuatro décadas y que hace que los infelices que allí viven tengan la sensación de estar habitando una casa embrujada.

¿Quién puede resolver el problema? ¿La Alcaldía Álvaro Obregón, a cargo de Lía Limón? ¿La jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum? ¿El gobierno federal?

¿Cuándo terminará una pesadilla que lleva más de cuarenta años? Repetimos la pregunta: ¿Quién puede resolver del problema? ¡Es un acto de justicia!

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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