Tómbola judicial

Si lo que está ocurriendo en México nos lo hubieran contado hace apenas cinco años hubiéramos pensado que se trataba de una pesadilla producto de la mente de un mariguano.

Y es que eso de decidir mediante un sorteo qué jueces se quedan y qué jueces se van es algo propio de países con un nivel menor al de los más atrasados del Tercer Mundo.

Ha sido tradición constante que la imagen del juez sea la propia de una persona culta y respetable que, en caso de presentarse una controversia, sabrá interpretar la Ley con justo criterio.

Que oportuno resulta citar aquí aquel consejo que le diera Don Quijote a Sancho Panza cuando lo mandaron a gobernar la ínsula Barataria: “Si acaso doblas la vara de la Justicia que no sea por el peso de la dádiva sino de la misericordia”.

Los legisladores hacen las leyes con la finalidad de que la convivencia humana se desarrolle dentro de un clima de paz y armonía; si no hubiera leyes, el caos sería mucho peor al de una ciudad a la cual dejaron un día sin semáforos.

Ahora bien, una vez que las leyes han sido promulgadas y se encuentran ya en vigor, es preciso interpretarlas por la sencilla razón de que no son iguales todos los casos.

Según el jurista Ulpiano: “La Justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”

Suena lógico y estamos todos de acuerdo. Mas sin embargo el problema se encuentra en el momento de decidir qué es lo suyo de cada quien.

Y es que al haber dos partes en litigio, cada una reclamará para sí lo que está en disputa reclamándola como lo suyo.

Es aquí donde entra en juego el buen juez quien, apoyado tanto en su experiencia como en sus conocimientos jurídicos decidirá a cuál de las dos partes pertenece lo que se está reclamando.

Ni duda cabe que una decisión justa y apegada la realidad solamente podrá tomarla un juez con esa experiencia, conocimientos y capacidad que son un bagaje acumulado durante años.

Una vez explicado esto… ¿Qué pensar de que en el futuro ya no se designe a los jueces tomando en cuenta su capacidad y conocimientos jurídicos sino más bien aceptando lo que salga en un sorteo?

Pudiera pensarse que es como para echarse a reír.

Nada de eso. Lo que está ocurriendo tanto al designar ineptos como al despedir a gente capacitada es algo muy serio que puede traer consecuencias dramáticas en el futuro.

Con tanta aberración va a llegar el momento ¡Y ojalá que me equivoque! En que se dará el caso de que haya jueces que ni siquiera tengan el título de abogado.

Eso sería trágico, algo parecido a que en los hospitales interviniesen en las salas de operaciones sujetos que no siquiera son médicos y anteriormente trabajaron en una carnicería.

No deja de ser bochornoso que un país como México que siempre ha tenido juristas eminentes a la altura de un Ignacio Burgoa, un Mariano Azuela, un Felipe Tena Ramírez, un Antonio de Ibarrola, un José de Jesús Ledesma Uribe, un Rafael de Pina o un Ramón Sánchez Medal haya caído tan pero tan bajo.

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