La Historia ha sido falseada de tal modo que presenta una serie de personajes que son del todo irreales.
Rara, rarísima es la ciudad en el mundo que, ya sea en la capital del país o ya sea en alguna de sus importantes ciudades, no cuente con estatuas que honren la memoria de algún destacado personaje.
Y así tenemos -valga el ejemplo- que, en la Ciudad de México, una de las más importantes avenidas como lo es Paseo de la Reforma se ve flanqueada por una serie de estatuas que dan testimonio de cómo, ya fuese un civil o ya fuese un militar, logró inscribir su nombre en las páginas de la Historia.
Si nos acercamos a cualquier estatua observaremos que -debido al bronce con que fueron esculpidas- se muestran rígidas y, si acaso algún cambio experimenta con el correr del tiempo, ese en parte se debe a la suciedad que sueltan las palomas que revolotean sobre sus cabezas.
Fuera de eso, ningún cambio. Si hace calor son incapaces de sudar, si la gente está alegre porque la selección ganó un partido de futbol son incapaces de esbozar una sonrisa, como tampoco lloran si una tragedia nacional enlutó al pueblo entero.
Debido al bronce que les da forma, las estatuas se muestran impasibles e incapaces de experimentar la más ligera de las emociones.
Si el escultor les imprimió un rostro amable así se quedarán por siempre y si les puso cara de villano con esa cara se quedarán hasta que alguien las destruya.
Que lejos están dichas estatuas de ser una fiel representación de la vida real.
Y es que en la vida real cualquiera ríe, llora, se enfada, se angustia y toma decisiones que -aunque no las apruebe- lo hace presionado por las circunstancias.
Todo esto viene a cuento porque en México durante más de siglo y medio se ha deformado las mentes de los educandos por medio de una Historia Oficial que presenta a sus personajes como si fueran estatuas de bronce.
Sí, personajes de bronce que los amanuenses de la Historia Oficial han dividido en dos categorías: buenos y malos.
Dentro de la Historia Oficial no encontramos jamás el justo medio que presente seres humanos. Nada de eso, se cae en extremos enfermizos en que los personajes buenos tienen todas las virtudes siendo incapaces de intentar siquiera un mal pensamiento; en cambio los malos son tan pero tan malos que el mismo demonio se niega a recibirlos en los infiernos.
Esa es la explicación por la cual la Historia Oficial debería más bien llamarse Historia de Bronce por la sencilla razón de que está formada por una serie de mitos.
La palabra mito viene del griego y significa “mentira”, razón por la cual la Mitología trata acerca de la vida y hazañas de héroes y semidioses de la antigüedad pagana que, por ser solamente fábulas, jamás existieron.
Pues bien, aquí en México ocurre un poco de lo que ocurría en el mundo grecolatino: La Historia ha sido falseada de tal modo que presenta una serie de personajes que son del todo irreales.
Y todo por causa de la Historia Oficial que desde hace más de siglo y medio ha sido redactada para justificar la presencia en el poder de un grupo determinado.
Como bien dice José Antonio Crespo: “Hay, pues, una intención de control político y de manipulación ideológica en esta expresión de la Historia. Y es precisamente ésta, la “Historia de bronce” u oficial, la que se enseña de manera obligatoria en los niveles primarios de todo el país” (Contra la Historia oficial. Página 18)
La consecuencia de todo esto ha sido que generaciones enteras hayan crecido con una visión falsa no solamente de lo que ocurrió en el pasado sino con una deformación intelectual que les impide comprender el momento presente.
Eso explica que millones de mexicanos sean fácilmente manipulados por quienes manejan los resortes del poder.
Y es que, como bien dijera Maquiavelo: “Pueblo que no conoce su Historia es el esclavo natural de todos los malvados”.
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