Polémica en torno a los libros de texto

Desde su aparición en el ya lejano 1959, los libros de texto gratuitos, editados por la Secretaría de Educación Pública (SEP) han sido piedra de escándalo en México.

Cuando el entonces presidente Adolfo López Mateos presentó dicha iniciativa, muchos sectores de la sociedad civil –especialmente la Unión Nacional de Padres de Familia- manifestaron un abierto rechazo.

Un rechazo no tanto porque fuesen gratuitos, sino más bien por su carácter único y obligatorio que abría camino al totalitarismo en la enseñanza.

Durante el régimen de López Mateos no hubo mayores problemas, como tampoco los hubo durante el de su sucesor Gustavo Díaz Ordaz.

Los problemas empezaron con Luis Echeverría, quien aprovechó la oportunidad para adoctrinar en el marxismo a los educandos.

La sociedad civil se manifestó con energía a lo largo y ancho de todo México y durante los gobiernos que vinieron detrás se fueron apaciguando los ánimos.

Hasta el día de hoy en que, estando Marx Arriaga como director de materiales educativos de la SEP, vuelven a darse las controversias de antaño.

Es muy importante señalar que el tal Marx Arriaga se encuentra fuertemente influido por el venezolano chavista Sady Loaiza, quien pretende repetir en México el mismo modelo educativo impuesto por Nicolás Maduro en Venezuela.

Y es que, analizando con detalle el contenido de dichos textos, claramente se ve como la finalidad de sus autores no es tanto enseñar, sino más bien adoctrinar.

Adoctrinar en el comunismo con la finalidad de que las próximas generaciones no tengan más objetivo que la implantación de la dictadura del proletariado.

Imaginemos el desastre educativo que suponen dichos textos que en los mismos se ha suprimido nada menos que la enseñanza de las Matemáticas.

 ¡Esto es el colmo! En un mundo globalizado y dominado por la tecnología, el hecho de que a los niños no se les enseñe Matemáticas supone condenar al subdesarrollo cultural a los mexicanos del futuro.

Un subdesarrollo del que tardaremos en salir, si bien nos va, al menos una generación.

Los nuevos textos que muy pronto serán impuestos por la fuerza ya que la SEP violó un amparo que prohíbe su difusión, lo que pretenden es confundir y extraviar a la niñez.

A toda costa se pretende deformar la mente de los niños para transformarlos en un rebaño de muñecos idiotas que sean incapaces de pensar y, por ende, de saber tomar la mejor de las decisiones.

Ni duda cabe que el sueño dorado de todo dictador tropical es contar con masas que no piensen, que no sepan elegir y que se muevan según las directrices que les marcan quienes les regalan jugosas pensiones.

Un sistema de control de masas que ha tenido un éxito rotundo en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Un sistema de control de masas que se pretende imponer en México.

Considerando que la Escuela debe ser prolongación de la Familia, los padres tienen todo el derecho de saber qué es lo que en las aulas se les está enseñando a sus hijos.

Ahora bien, aquí lo que más ha molestado es el hecho de que, en el momento de redactar los textos, no se consultó ni a los padres de familia ni a científicos expertos en los temas que se iban tratando.

Asimismo, Leticia Ramírez, titular de la SEP, no ha abierto la boca para nada. ¿A qué se debe su silencio? ¿Prudencia? ¿Temor a un tirón de orejas? ¿O acaso porque le falta materia gris en el cerebro?

Afortunadamente la sociedad civil e instituciones como la benemérita Unión Nacional de Padres de Familia (que tiene más de un siglo de existencia) sí han hablado y están dando una fuerte batalla en defensa del DEBER-DERECHO que tienen los paterfamilias de educar a sus hijos.

Un derecho natural que solamente corresponde a los padres puesto que los maestros son simples delegados de quienes les han encomendado a sus hijos.

Urge defender dicho derecho, pues si el mismo llegara a perderse entonces se habría perdido también toda esperanza…

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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