Tema que no falta en las conversaciones de los últimos días es el referente al futuro de Argentina después del triunfo y toma de posesión del ultra liberal Javier Milei.
Ocurre que el hermano pueblo argentino lleva décadas padeciendo las torpes políticas económicas que han llevado a cabo una pandilla de corruptos políticos populistas.
El caso es que la nación se encuentra arruinada, con más de un cuarenta por ciento de la población viviendo en la pobreza y con una inflación anual que rebasa el ciento cuarenta por ciento.
Eso explica que en la segunda vuelta electoral que se llevó a cabo el 19 de noviembre, Milei le haya ganado al peronista Sergio Massa por más de siete puntos.
Milei se encuentra ya en la Casa Rosada, sede de la presidencia argentina, y es muy probable que empiece a tomar conciencia de todo lo que se le viene encima.
Y al tomar conciencia de la grave responsabilidad asumida, Milei ha decidido no andarse por las ramas, emprender el llamado “plan motosierra” y cortar por lo sano.
Milei, como lo haría cualquier prudente padre de familia que ve cómo la miseria amenaza a sus seres queridos, ha decidido recortar gastos inútiles y emprender una serie de políticas que alienten la inversión privada y recuperen la confianza de los acreedores internacionales.
Por lo pronto y, deseando evitar la fuga de capitales, Milei ha devaluado la moneda en un 54 por ciento.
Claro está que el hecho de quitarles jugosas pensiones a una muchedumbre de zánganos que nada producen habrá de provocar una gran impopularidad puesto que son millones los mantenidos por el gobierno.
Todo hace suponer –y no hace falta ser profeta para afirmarlo- que los próximos meses serán duros, muy duros, extremadamente difíciles.
Tanto así que nada nos extrañaría que durante todo 2024 y gran parte de 2025 veamos miles de manifestantes protestando contra el gobierno, asaltando comercios y protestando con una rabia capaz de ponerle los pelos de punta al más flemático.
Lo más probable es que los próximos dieciocho meses sean de espanto y que el hoy tan aclamado Javier Milei se vuelva tan odioso como en sus tiempos lo fuera el bárbaro Atila, de quien se decía que donde su caballo pisaba no volvía a crecer la hierba.
Sin embargo –y tampoco hace falta ser profeta para afirmarlo- acabarán viéndose frutos.
Una vez que se hayan saneado las finanzas nacionales, una vez que al reducirse la deuda externa bajen los intereses, una vez que la iniciativa privada recobre la confianza e invierta generando millones de empleos y una vez que –al aumentar la producción- bajen los precios, el futuro de Argentina será prometedor.
Y que conste que no hacemos esta afirmación de manera frívola puesto que si en Hispanoamérica existe un país rico en recursos naturales ese el precisamente Argentina en donde se producen en abundancia, ganado, cereales, vino y un largo etcétera que, bien administrados, pueden transformar a dicho país en una potencia económica.
Vale la pena recordar algo muy importante.
A principios del siglo pasado era tal la prosperidad que se vivía en aquel país que fueron miles los gallegos que allí emigraron, tanto así que llegó a decirse que –después de La Coruña, Lugo, Orense y Pontevedra- la quinta provincia de Galicia era Buenos Aires.
Desgraciadamente, los gobiernos ladrones que saquearon aquel país durante más de ocho décadas provocaron la tragedia que hoy padece tan querido pueblo hermano.
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