A lo largo de la campaña que en 2018 lo llevó a la Presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) insistió hasta el cansancio en que la única forma de pacificar al país consistía en “abrazos no balazos”.
Según esto, López Obrador pensaba que –antes que castigar al delincuente- era necesario conocer y erradicar las causas que lo impulsaron a delinquir.
Y una vez conocidas dichas causas, según AMLO, se hacía necesario crear una serie de condiciones sociales, políticas, económicas, jurídicas y educativas que influyesen de tal modo en la juventud y sectores marginados para que viesen el delito con repugnancia.
Eso explica la frase “abrazos no balazos” que resume una actitud de comprensión y benevolencia hacia quienes violan la ley.
Desde entonces han pasado más de cinco años y –a la vista de los resultados- podemos afirmar que la política de tolerancia con los delincuentes ha resultado un rotundo fracaso.
Las cifras de homicidios son más altas que nunca (más de 80 asesinatos por día) y el crimen organizado anda desatado hasta llegar al punto de que las bandas criminales constituyen un poder dentro del Estado.
De muy distinta manera están ocurriendo las cosas en El Salvador.
El pasado domingo 4 de febrero se celebraron elecciones presidencias en las que el actual presidente Nayib Bukele fue reelecto por una aplastante mayoría de más del 85 por ciento.
Asimismo, y para remachar su victoria, Bukele contará con 58 de los 60 escaños del Congreso, lo cual le dará poderes casi absolutos durante los próximos cinco años.
La noche de su victoria electoral, Bukele se ufanó de que “es la primera vez que en un país existe un partido único” y de que “toda la oposición junta quedó pulverizada”
¿A qué se debe que Bukele haya obtenido una victoria tan rotunda? ¿A qué se debe que su popularidad supere el 90 por ciento?
Muy simple: A que en cinco años siguió el camino opuesto al que ha seguido AMLO o sea que en vez de “abrazos no balazos”, Bukele se ha decidido por dar balazos y no abrazos.
El caso es que la criminalidad ha bajado a niveles mínimos, más de 75 mil pandilleros se encuentran en la cárcel y El Salvador ha pasado de ser uno de los países más violentos a uno de los más pacíficos en todo el continente.
Todo esto ha convertido a Bukele en un héroe para muchos hispanoamericanos que están hartos de la delincuencia en sus países.
Si de todo lo que hemos expuesto hacemos una simple valoración social en la que predomine lo emotivo ni duda cabe que presentaremos a Bukele como un personaje digno de admiración cuyo ejemplo debería ser imitado por otros jefes de Estado y –de manera muy especial- por López Obrador.
Ahora bien, si la valoración que hacemos deja a un lado el simple deseo de castigar a los delincuentes y nos decidimos por una valoración de tipo jurídico la situación no deja de ser preocupante.
Nos parece excelente que se castigue a pandilleros criminales que no se tientan el corazón para cometer las peores crueldades; nos parece excelente siempre y cuando se les conceda la oportunidad de ser sometidos a un juicio en el cual se respeten sus garantías.
Si no se hace esto se estará llevando a cabo una simple venganza en la cual se corre el riesgo de que muchos inocentes sean castigados por crímenes que jamás cometieron.
Por otra parte, una frase que pronunció Bukele en la noche de su victoria hace que se enciendan focos rojos: “Toda la oposición junta quedó pulverizada”
Y es que, aparte del Poder Ejecutivo, Bukele controla también el Poder Legislativo lo cual le da un poder absoluto que no tiene ningún otro gobernante en el continente.
Ante esto nada extraño sería que Bukele cayera en la tentación de ir eliminando todo tipo de controles como pudieran serlo el Poder Judicial, los sindicatos, las organizaciones empresariales, el episcopado salvadoreño y la Prensa que también es conocida como el Cuarto Poder.
Dicen que si bien el poder corrompe el poder absoluto corrompe absolutamente.
¿Qué irá a pasar en El Salvador?
A pesar del éxito obtenido en su lucha contra la delincuencia que aplaudimos con entusiasmo, no dejamos de mostrar una gran preocupación….
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