¿Habrá que disculparse?

La verdad histórica nos dice que, trabajando en perfecta armonía, la Corona Española y la Iglesia Católica hicieron que estos pueblos tomasen conciencia de su dignidad de hijos de Dios y que, fruto de esa toma de conciencia, aquí se implantara un sistema de paz y justicia.


Conquista de México


El escándalo que se armó alcanzó dimensiones universales.

Y no era para menos ya que, a raíz de las declaraciones de AMLO en el sentido de que tanto el rey Felipe VI de España como el papa Francisco deberían pedir disculpas tanto por la Conquista de México como por la Evangelización de estos pueblos, se abrió la Caja de Pandora.

Y es que un mínimo de cultura histórica nos hace ver claramente dónde se encuentra la verdad y dónde la calumnia.

Sin entrar en mayores detalles, puesto que el breve espacio no lo permite, hablaremos de lo que México le debe tanto a España como a la Iglesia.

A raíz de la Conquista -por cierto, apoyada por miles de tlaxcaltecas- no solamente los pueblos tributarios de los aztecas, sino incluso los mismos habitantes de Tenochtitlán se libraron de que les arrancasen el corazón en la piedra de sacrificios ante la imagen del insaciable Huitzilopochtli.

Eran de tales dimensiones las matanzas que, cuando fue inaugurado el Templo Mayor en 1487, en tan sólo cuatro días fueron sacrificadas ochenta mil personas.

La Conquista, realizada por un Hernán Cortés que estaba poseído de un profundo ideal religioso, salvó no solamente a estos pueblos de una muerte vil y sangrienta, sino que puso las bases de la civilización occidental.

Y es que, una vez consumada la Conquista el 13 de agosto de 1521, aquí empezaron a llegar misioneros que no solamente predicaron el Evangelio, sino que ayudaron a los indígenas a superarse en todos los aspectos.

Y fue así como la Evangelización trajo consigo la unidad lingüística al hacer que todos se expresaran en la bella lengua de Castilla.

Junto con la unidad lingüística, alrededor de cada convento construido por los misioneros se fundaba un poblado en donde los neófitos supieron lo que era tener una familia estable gracias al sacramento de matrimonio.

Desde luego que aquellos misioneros -franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas- se encargaron no sólo de enseñar el Catecismo sino de que los nuevos cristianos aprendiesen oficios con los cuales podrían ganarse honradamente el pan nuestro de cada día.

Antes de que se cumplieran dos décadas de la Conquista, la Nueva España contaba ya con una imprenta, que, por aquel entonces, era el invento más novedoso en lo referente a medios de comunicación.

En 1551 se fundaba la Universidad, que fue la primera que existió en América. Una máxima Casa de Estudios que poseía un rango igual a la de Salamanca.

Aquí es bueno resaltar que la muy prestigiada Universidad de Harvard vino fundándose muchos años después, hasta bien entrado el siglo XVII.

Respecto a las acusaciones en el sentido de que la Conquista provocó un terrible genocidio, diremos que carecen de fundamento.

Gracias a la visión humanística de la España católica que a todos los pueblos veía como hermanos, aquí se evitó que los indios fuesen exterminados, cosa que sí ocurrió en Norteamérica, en donde los colonos ingleses hicieron popular aquella frase según la cual “el mejor indio es el indio muerto”.

Gracias a la visión impulsada por un Francisco de Vitoria y su Escuela de Salamanca, los españoles no pusieron reparo alguno en unirse con las indígenas dando origen al pueblo mestizo que es el que predomina en el México de hoy.

Esa fusión de razas jamás se dio en Norteamérica y los pocos indígenas que allá aún sobreviven permanecen encerrados en las reservaciones.

Con respecto a las obras de beneficio material, los mexicanos muchísimo tenemos que agradecerle tanto a España como a la Iglesia Católica. A continuación, damos dos ejemplos.

En inhóspitos terrenos del Estado de México, el franciscano Francisco de Tembleque construyó un acueducto (declarado Patrimonio Universal de la Humanidad) que contribuyó a que aliviasen las amarguras de la sed los pueblos de los alrededores.

Y lo mismo podemos decir del agustino Diego de Chávez quien, aparte de un grandioso convento, construyó en Yuriria un lago artificial con el que modificó favorablemente el clima de la región, lo cual contribuyó a que sus habitantes pudiesen vivir de la agricultura y de la pesca en donde anteriormente sólo existían desiertos con nopales y magueyes.

Durante los tres siglos del Virreinato, la Nueva España fue todo un emporio económico puesto que sostenía relaciones comerciales tanto con la Vieja España como por el Lejano Oriente por medio de la Nao de la China.

De aquel pasado glorioso quedan huellas tanto en las maravillosas pinturas barrocas como en catedrales como las de México, Puebla o Morelia.

Ante todo lo anterior… ¿qué fundamento tienen las acusaciones de que aquí se exterminó por completo la raza indígena y de que se vivió dentro de un clima de continua opresión?

La verdad histórica nos dice que, trabajando en perfecta armonía, la Corona Española y la Iglesia Católica hicieron que estos pueblos tomasen conciencia de su dignidad de hijos de Dios y que, fruto de esa toma de conciencia, aquí se implantara un sistema de paz y justicia como jamás se ha visto desde entonces.

Ante todo lo anterior… ¿deben disculparse España y la Iglesia?

A quienes deseen profundizar en el tema, les recomiendo dos libros de mi autoría: Forjadores de México (Editorial Tradición) e Isabel la Católica, su legado para México (Minos Tercer Milenio)

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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