Es tarea urgente que se dé un cambio de mentalidad y que no se vea al hijo como un estorbo, sino más bien como un aliado que llega a la familia para ayudarnos a compartir penas y alegrías.
Sí, amigos lectores, leyeron ustedes bien: En Galicia se venden pueblos a precios de remate.
Si alguien desea comprar en Madrid un departamento de 40 metros cuadrados con un baño y una habitación, tendrá que pagar 175 mil euros. En cambio, con mucho menos dinero, apenas con 60 mil euros, podrá comprar en la Ribeira Sacra un pequeño pueblo que consta de cinco casas.
Tan sólo en la provincia de Lugo son once las aldeas que han sido puestas a la venta y son los extranjeros —especialmente británicos — los más interesados en adquirir este tipo de propiedades por considerar que son el lugar ideal para quienes buscan un lugar apacible donde convivir con la naturaleza.
Tan curioso fenómeno obedece a la circunstancia de que dichos pueblos se fueron quedando deshabitados convirtiéndose en una especie de “pueblos-fantasma”. Actualmente son más de mil ochocientas las aldeas sin habitantes.
El fenómeno de la despoblación de Galicia no es de ayer ni de antier, sino que tiene su origen en la emigración masiva que se dio entre 1880 y 1930.
El tiempo pasó, las circunstancias cambiaron y, a pesar de que mejoró la situación económica de los gallegos, el número de habitantes fue reduciéndose hasta llegar al momento actual en que expertos en demografía califican la situación como auténtica hecatombe.
Considerando que la tasa mínima de reproducción es de 2.1 hijos por pareja, los expertos aseguran que la recuperación es prácticamente imposible si un país tiene una tasa de fecundidad por debajo de 1.5 hijos por pareja.
En estos momentos, con menos de un hijo por pareja, la tasa de fecundidad gallega es una de las peores de la Unión Europea.
Eso explica que, durante la última década, hayan quedado sin gente más de 250 aldeas. Las provincias de Lugo y de La Coruña figuran a la cabeza en lugares sin vecinos.
En estos momentos, debido a que, desde 1998 hay más muertes que nacimientos, Galicia es el país más envejecido del mundo, en donde la edad media de la población es de 45 años de edad y en donde no está garantizado el relevo generacional.
Sin embargo, conscientes de la tragedia que se viene encima, se han ofrecido soluciones entre las que destacan la ayuda a las familias numerosas, así como el drogar la ley laboral que despide a las mujeres embarazadas.
Ahora bien, tomando en cuenta cómo ha subido el nivel de vida en Europa en donde situaciones de miseria son casi inexistentes, consideramos que aquí el problema no es tanto económico, sino más bien de mentalidad.
Irlanda, hermana gemela de Galicia, pasó por un trance parecido hace algunos años y, sin embargo, logró revertir la tendencia.
Y es que los irlandeses tomaron conciencia de que su gran capital es la gente. Fue por ello que le abrieron las puertas a la vida logrando salir adelante.
Pues bien, la solución se encuentra en que los gallegos, al igual que sus hermanos irlandeses, se decidan a dar un golpe de timón.
Hay que echar al cesto de la basura esa mentalidad egoísta según la cual muchos piensan de la siguiente manera: “Malo será que a mí no me alcance; quien venga atrás que se las arregle como pueda”.
Es así como se cierran las puertas a la vida, adoptando la postura del avestruz que no quiere ver el peligro que le acecha en el futuro: ¿Se han puesto a pensar en lo que ocurrirá dentro de muy pocos años? Al no darse el relevo generacional… ¿Quiénes cotizarán a la seguridad social para que los viejos puedan recibir pensiones? Cuando se encuentren cargados de años y enfermos… ¿Tendrán a su lado familiares que se preocupen por ellos?
Aparte de la actitud suicida que consiste en cerrar las puertas a la vida, existen otros factores como el que se haya elevado el porcentaje de madres solteras que en 2003 era del 20% para subir a más del 41% diez años después.
Asimismo, la edad de contraer matrimonio se retrasa cada vez más siendo que hoy en día el promedio nos indica que las mujeres vienen teniendo su primer hijo después de los 30 años.
Repetimos: Es tarea urgente que se dé un cambio de mentalidad y que no se vea al hijo como un estorbo, sino más bien como un aliado que llega a la familia para ayudarnos a compartir penas y alegrías.
Y es que en una familia donde conviven varios hermanos se desarrollan unos valores muy especiales que no suelen enseñarse en la escuela.
El hecho de convivir y compartir forma una mentalidad de equipo que hace que la familia se convierta en escuela de triunfadores.
En cambio, si se sigue por el terraplén que nos empuja hacia el barranco, muy pronto veremos multitudes de ancianos desvalidos que no cobrarán pensiones que el Estado no puede pagarles y que por las calles deambulen jóvenes solitarios que, al no tener calor familiar, sean unos auténticos desadaptados.
Conclusión: Galicia se desangra y nadie quiere darse por enterado.
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