España en los destinos de México

El próximo sábado 12 de octubre se conmemora el Descubrimiento de América, momento en el cual Cristóbal Colón se topó con un mundo nuevo.

Considerando que, a partir del Encuentro de Dos Mundos, fue posible que España llegase a tierras de México, a continuación trataremos acerca de la influencia que la Madre Patria tuvo en el desarrollo de nuestra patria.

Hace quinientos años México no existía como Nación, ya que en el territorio que actualmente forma la República Mexicana habitaban pueblos diversos que hablaban distintos dialectos, que adoraban a distintas deidades y que vivían en un clima de hostilidad continua.

En la meseta central, en la Gran Tenochtitlán, los aztecas dominaban y aterrorizaban a los pueblos vecinos, razón por la cual eran universalmente odiados.

Este es el panorama con el que se encuentra Hernán Cortés quien, aprovechando el resentimiento de los pueblos sometidos, los convierte en aliados y de ese modo le resulta mucho más fácil someter a los aztecas.

El caso fue que los pueblos sometidos –especialmente los tlaxcaltecas- no vieron a Cortés como un invasor sino más bien como el hombre providencial que venía a liberarlos de la opresión.

Fue así como, gracias a los miles de indígenas que apoyaron a Cortés, éste logró conquistar Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521.

Una vez consumada la Conquista material, Cortés emprendió la Conquista Espiritual, razón por la cual pidió misioneros, los cuales llegaron el 13 de mayo de 1524.

De este modo se inicia la Evangelización sistemática de todos los pueblos que habitaban el territorio que actualmente es México.

Cada vez que los frailes fundaban un convento, ello equivalía a la fundación de un poblado ya que los indígenas querían estar cerca de aquellos misioneros que no solamente les daban ropa y alimentos, sino que, al mismo tiempo, les enseñaban un oficio, así como el idioma español.

Una vez que los misioneros hubieron civilizado, educado y castellanizado a los indígenas fue cuando procedieron a evangelizarlos.

De este modo se fue tejiendo una vasta red civilizadora que hizo que en dos generaciones estos pueblos pasasen del Neolítico al Renacimiento.

España había cruzado el Atlántico no para explotar a los pueblos que iba encontrando a su paso, sino más bien para fundar otra España en las tierras recién descubiertas.

Antes de que terminase el siglo XVI aquí se daban ya los cuatro elementos integradores de la nacionalidad o sea que, dentro de un mismo territorio, habitaban una misma raza mayoritariamente mestiza (mezcla de españoles e indígenas) que profesaba una misma religión (católica) y que hablaba un mismo idioma (castellano).

Al mismo tiempo desde España llegaban los elementos básicos de la civilización occidental como eran la imprenta (1539) y la Universidad (1551).

Como impulsores de obras de beneficio material tenemos a Fray Francisco de Tembleque construyendo un acueducto de 48 kilómetros de largo y a Fray Diego de Chávez dando vida a la Laguna de Yuriria.

Al mismo tiempo que el beato Sebastián de Aparicio construía caminos, Don Vasco de Quiroga civilizaba a los tarascos de Michoacán y, dos siglos más tarde, San Junípero Serra hacía lo mismo en California.

Huellas imperecederas de la presencia de España en México son bellísimas ciudades virreinales en donde lo mejor del Barroco español se entrelaza con lo mejor de la sensibilidad indígena.

Es así como México puede enorgullecerse de contar con ciudades que son auténticas joyas como son los casos de Morelia, Taxco, Guanajuato, Puebla, Zacatecas, Oaxaca y muchas más.

La influencia de España en los destinos de México es algo que no puede negarse, ya que aquí todo habla de cómo palpita un alma hispánica que nos hace hermanos de los restantes pueblos del continente.

El caso es que aquí se dio el muy singular prodigio de que España renaciera en México.

Este artículo que acaban de leer nuestros amigos lectores de YO INFLUYO es el resumen de una conferencia que, Dios mediante, sustentaré mañana 10 de octubre a las 8 de la noche en el CENTRO GALLEGO DE MÉXICO (Colima 194. Colonia Roma) en donde aprovecharé para firmar algunos de mis libros.

Están cordialmente invitados.

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