El viejo Tomás

El próximo 3 de febrero se cumplirán cuarenta años de que don Augusto Domínguez Guzmán traspasó los umbrales de la eternidad para someterse al justo juicio de Dios.

¿Y quién fue don Augusto Domínguez? Se preguntarán los jóvenes de hoy y aquellos no tan jóvenes que no tuvieron el privilegio de conocerlo.

Don Augusto, a quien sus amigos más cercanos tratábamos cariñosamente llamándole Tomás, fue todo un personaje dentro del catolicismo mexicano de la segunda mitad del siglo XX.

El viejo Tomás, anciano venerable tan humano y tan querido y a quien con frecuencia acudíamos para pedirle un sano consejo, nació en la Ciudad de México el 29 de agosto de 1907.

Se graduó de ingeniero mecánico electricista y, en sus años mozos (en plena persecución callista contra la Iglesia) destacó en el campo apostólico dentro de la ACJM.

Tiempos difíciles aquellos en los que nuestro personaje, por causa de la Fe, sufrió persecuciones, fue herido y encarcelado.

El tiempo pasó y cuando los enemigos de la Patria y de la Fe Católica decidieron cambiar de táctica difundiendo doctrinas erróneas dentro de la Iglesia, el viejo Tomás (don Augusto Domínguez) funda DOCA (Documentación Católica) en 1976.

Va a ser en DOCA  donde este caballero realice la obra más trascendente de su militancia católica.

Por medio de DOCA ofreció a los obispos un completísimo servicio de información. Asimismo, difundió los sabios preceptos del Magisterio de la Iglesia entre los círculos intelectuales del país.

Era preciso difundir la Doctrina. Esa era su vocación, una vocación que Tomás supo cumplir con fidelidad.

Tan fecunda labor le mereció numerosas felicitaciones del Episcopado Mexicano, del CELAM e incluso de la Secretaría de Estado del Vaticano.

A Tomás, quien fuera todo un experto en temas religiosos le debemos el descubrimiento y denuncia de la campaña de “educación liberadora” de Paulo Freire –antecedente de la Teología de la Liberación. Gracias a tan oportuna denuncia, los planes subversivos abortaron y al menos en México fue imposible llevarlos a cabo.

Hombre fuera de lo común este buen viejo de sonrisa paternal que supo ser consejero de políticos, intelectuales y obispos.

Cuarenta años han pasado de que el viejo Tomás se fue de entre nosotros.

Y conforme más pasa el tiempo más le admiramos porque todo en él fue una enseñanza.

Y es que al encontrarnos frente a la vida y obra de un personaje de la talla de don Augusto Domínguez (el viejo Tomás) pensamos seriamente cómo podrá envejecer el cuerpo o teñirse de blanco los cabellos; pero lo más importante –y esto muy bien lo sabía tan ilustre caballero- es que sea el corazón el que se mantenga joven.

Y para que el corazón se mantenga joven es preciso luchar por ideales nobles y justos, de esos que nunca pasan de moda.

Y fue así como nuestro amigo y maestro hizo de su vida una continua militancia que no interrumpió ni siquiera faltando unos cuantos días para su último viaje ya que se daba el caso de que –postrado en una cama- dictaba a sus amigos de confianza los artículos que deseaba fuesen publicados en EL HERALDO DE MEXICO, diario en el cual colaboró asiduamente desde agosto de 1980.

Cuatro décadas están a punto de cumplirse de este señorón de mirada firme y sonrisa bondadosa se fue de entre nosotros.

Y, conforme van pasando los años, la noble figura del viejo Tomás nos recuerda cuan cierto es aquello de que la vida del hombre es milicia sobre la tierra.

Te puede interesar: ¿Quién fue Jimmy Carter?

* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

@yoinfluyo

Facebook: Yo Influyo

comentarios@yoinfluyo.com

Compartir

Lo más visto

También te puede interesar

No hemos podido validar su suscripción.
Se ha realizado su suscripción.

Newsletter

Suscríbase a nuestra newsletter para recibir nuestras novedades.