Uno de los episodios más dramáticos del México del siglo XX estuvo manchado por la sangre y la vergüenza.
Por la sangre porque fueron miles quienes con su propia vida defendieron sus creencias. Por la vergüenza porque durante muchos años un falso pudor impedía contar lo que había pasado.
Esa es la explicación por la cual un velo de silencio impidió que se conociera con lujo de detalles lo que había ocurrido durante la guerra de los cristeros.
No querían que se conociera la Cristiada ya que al Sistema dictatorial mexicano le resultaba difícil aceptar que unos rancheros mal armados y sin ningún entrenamiento militar hubieran estado a punto de derrocar a un poderoso ejército que era abastecido por los Estados Unidos o sea por la nación más poderosa del mundo.
Como esto era difícil de aceptar porque llenaba de vergüenza al Sistema Político Mexicano, forzosamente, debería quedar oculto.
Sin embargo, durante dos generaciones lo ocurrido se transmitió de manera oral de padres a hijos.
Una transmisión oral, apoyada en fuentes fidedignas, que animaron a editores católicos como Salvador Abascal para darla a conocer publicando libros, primero en la Editorial Jus y, posteriormente en la Editorial Tradición.
Esto animó a que se fuese rasgando el velo de silencio y fue así como, en 1974, el historiador francés publicó sus tres tomos de Cristiada.
Y ya bien entrado el siglo XXI, se exhibe una película que da también testimonio de lo ocurrido: “Cristiada”
El caso es que la epopeya cristera ha dejado de ser un tabú y es hoy el día en que tan dramático acontecimiento se presenta a plena luz del día y sin ningún tipo de censura.
Las nuevas generaciones comprenden que si unos miles de rancheros famélicos y mal armados estuvieron a punto de derrotar al ejército federal e incluso de tomar Guadalajara es porque había algo más.
Aquellos campesinos idealistas tenían la razón de su parte al defender una Fe que venía desde siglos atrás.
Esa es la explicación de sus triunfos en una lucha desigual en la que participaron dieciocho estados.
Esto viene a tema porque hace algunos años un estudioso de la historia de México se decidió a profundizar en el tema.
Nos referimos al Padre Miguel Alfredo Fernández Krohn quien acudió a fuentes sólidas en México y en el extranjero como lo son el Archivo Secreto del Vaticano o el Archivo General de la Nación.
Fue así como el Padre Miguel dio a luz una obra monumental con una bibliografía compuesta por más de ciento ochenta autores.
Una obra en la cual abunda la cita de personajes de uno y otro bando. Un vasto estudio histórico y sociológico del pueblo mexicano.
La obra lleva por título “TENSIONES IGLESIA-ESTADO EN MEXICO. 1917-1992” y narra las diversas desamortizaciones (despojos) que ha sufrido la Iglesia en México durante más de un siglo, la acción perversa de la Masonería, la llegada de los exiliados españoles que llegaron a México tras la derrota del comunismo en la península, la misión realizada por el Sinarquismo y todo para rematar con un curioso “modus vivendi” entre la Iglesia y el Estado Mexicano.
Un curioso “modus vivendi” que lo que hizo fue aburguesar al pueblo, debilitar la Fe y neutralizar a los católicos militantes.
En suma, un “modus vivendi” que degeneró hasta convertirse en un “modus moriendi”
Pues bien, tanto los antecedentes del conflicto religioso, como la guerra cristera y las consecuencias de todo aquello lo analiza con detalle y a profundidad el Padre Miguel Fernández en una obra que está destinada a ser una valiosa fuente de consulta para todos aquellos que deseen conocer la verdad de lo ocurrido.
Una obra con la cual el Padre Miguel obtuvo su Doctorado en Historia de América.
Una obra que ojalá fuese editada y distribuida por varias universidades católicas que –si unifican esfuerzos- lograrán hacer menos costosa la inversión.
Algunas de dichas universidades podrían ser las siguientes: UPAEP (Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla), UVAQ (Universidad Vasco de Quiroga) y UIC (Universidad Intercontinental)
Una obra cuya edición sería muy oportuna cuando está a punto de cumplirse un siglo del inicio de la guerra cristera.
Y ponemos punto final a este comentario con una agradable noticia: Fue en mayo de 1990, con motivo de su visita a Chiapas, cuando el Papa San Juan Pablo II firmó un documento que reconocía la licitud de la guerra cristera.
Dicha escritura se encuentra en el Museo Cristero en Encarnación de Díaz (Jalisco) y es un pliego de reconocimiento de la Iglesia a la licitud de aquel movimiento armado.
Un reconocimiento de licitud firmado nada menos que por un Papa que hoy es venerado en los altares.
Te puede interesar: Quo vadis?
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
Facebook: Yo Influyo