El asesinato de Iturbide

En este 2024 se cierra el ciclo de conmemoraciones que referentes al Bicentenario de la Independencia de México se iniciaron en 2024.

Y es que vale la pena insistir en una idea medular: México no alcanzó el status de nación independiente sino hasta el 27 de septiembre de 1821 fecha en la cual se logró gracias al genio conciliador de Agustín de Iturbide.

Antes de esa fecha… nada; únicamente movimientos guerrilleros que lograron controlar algunos territorios pero que, en lo referente a la Independencia, no obtuvieron ningún resultado.

Ahora bien, la Independencia conseguida por Iturbide no fue del gusto de todos, ya que tuvo poderosos opositores especialmente en las logias masónicas que confiaban en que el triunfo de Iturbide favoreciera a sus intereses.

Al ver que eso no era posible, dichos grupos derrocaron a Iturbide e incluso propiciaron su destierro.

Ya en Liorna (Italia) donde Iturbide se hallaba exiliado, el Libertador tuvo noticia de que el rey Fernando VII de España planeaba invadir México para reconquistarlo.

Al enterarse de que la Patria estaba en peligro, Iturbide regresó para salvarla y –una vez que hubo pisado territorio nacional- fue fusilado en Padilla (Tamaulipas)

Un fusilamiento que, según a continuación explicaremos, fue un vil asesinato.

Cuando regresaba de su destierro y al hallarse frente a las costas mexicanas, Iturbide se comunica con el gobernador de Tamaulipas, Felipe de la Garza, quien le debía la vida al Libertador ya que éste lo había perdonado por haber encabezado una rebelión en su contra.

Felipe de la Garza le dice que no se preocupe, que no existe ningún problema y que puede desembarcar cuando guste.

Iturbide desembarca y es entonces cuando Felipe de la Garza lo manda apresar diciendo que existe un decreto que lo condena a la pena capital por el solo hecho de pisar territorio mexicano.

Se le informa que será sometido a un juicio sumarísimo. Iturbide protesta y pide apelas a un Tribunal superior pero su recurso es rechazado.

Gravísima anomalía puesto que función del Poder Legislativo es hacer leyes y no juzgar si dichas leyes se cumplieron o no.

Aquí se ve claramente como el cazador no quiere soltar a su presa. Iturbide es muy peligroso, razón por la cual deciden fusilarlo cuanto antes, no sea que el pueblo se entere de su regreso y todo se complique.

Es juzgado por el Congreso local de Tamaulipas que estaba presidido por el sacerdote José Antonio Gutiérrez de Lara.

Iturbide solamente pide que le permitan leer los documentos en los que probaba los proyectos de reconquista de la Santa Alianza. Se oponen tajantemente. Primero había que juzgarlo.

Iturbide suplica que lo escuchen puesto que nadie puede ser condenado sin defenderse. Los diputados son inflexibles y vuelven a negarse.

Es aquí donde dos preguntas nos hacen reflexionar: ¿Cómo se podía decidir sobre la muerte de una persona sin conocer antes las circunstancias que podían influir en su destino? ¿Es justo condenar a un hombre sin oírlo?

El Congreso se negó a oírlo, lo cual constituyó una clara violación de las normas jurídicas así como de los elementales principios de humanidad.

Ante todo esto volvemos a preguntarnos: La condena a muerte dictada en contra de Iturbide…¿Fue la aplicación de una justa sentencia o fue un asesinato?

A pesar de sus tendencias liberales, el presidente del Congreso, Padre Gutiérrez de Lara, esgrimió una serie de argumentos a favor del acusado: Que la Ley que lo condenaba se apartaba de los principios generales del Derecho, que Iturbide ignoraba dicho decreto y que, de buena fe, se había presentado voluntariamente ante el Congreso.

De nada sirvió. Tenían la presa entre sus garras y no estaban dispuestos a soltarla.

Era urgente matarlo antes de que el pueblo se enterase y pudiera incluso producirse una rebelión a favor del Libertador.

Iturbide pide, como última gracia, que le permitan confesarse con su asesor espiritual, el Padre Treviño, quien lo acompañaba en el viaje desde Europa y que aún se encontraba a bordo. Petición denegada.

No le quedó más remedio que confesarse con el Padre Gutiérrez de Kara, diputado y presidente del Congreso que lo condenó a muerte.

Era tal la prisa que tenían por matarlo que lo fusilaron al caer la tarde, negándole el consuelo de comulgar en la Misa del día siguiente. Otra petición suya que también fue rechazada.

A las seis de la tarde del 19 de julio de 1824, en Padilla (Tamaulipas) fue fusilado el Libertador de México.

En estos días se cumplen doscientos años…

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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