La estrategia es la misma: combatir a la propiedad y a la religión; lo único que cambia son las tácticas.
El domingo 19 de junio se celebraron en Colombia elecciones presidenciales en las que salió triunfador el izquierdista Gustavo Petro.
La victoria de quien fuera antiguo guerrillero se ha prestado a las más diversas interpretaciones.
Quizás la más socorrida –que suele caer en lugares comunes- es la que afirma que el hecho de que Colombia se desplace hacia la izquierda será antecedente de que se forme un enorme bloque socialista en todo el continente.
Y no es para menos pensar de tal manera puesto que son muchos los países de Hispanoamérica gobernados por elementos de izquierda: Aparte de Cuba, Venezuela y Nicaragua, habrá que agregar México, Honduras, Perú, Bolivia, Chile y Argentina.
Eso sin tomar en cuenta que todos los pronósticos anuncian ya desde ahora la victoria en Brasil de Lula da Silva con lo cual el inmenso Brasil caería también dentro de la órbita populista.
Según esto, un enorme bloque de izquierda sería el nuevo rostro de Hispanoamérica en un futuro inmediato, con lo cual estaríamos en vísperas de que en dicho continente renaciera la antigua Unión Soviética sólo que con otro nombre.
¿Qué tan real es dicha posibilidad?
Preciso será dar algunos antecedentes, meditar las noticias que van fluyendo y buscar una explicación coherente.
Empezaremos tomando en cuenta que en el mundo de las izquierdas existen profundas divisiones, siendo la más importante la que se da entre los militantes de la II y la III Internacional Socialista.
En tanto que los militantes de la III Internacional suelen ser agresivos y radicales, los de la II –aunque busquen los mismos fines- suelen ser más cautelosos.
Ambas corrientes socialistas se inspiran en Carlos Marx y se caracterizan por un odio visceral tanto a la propiedad privada como a la religión.
Cuando un militante de la III Internacional llega al poder, ocurre lo que pasó en Rusia, en Cuba o en cualquier otro país como de la noche a la mañana vio como las propiedades eran confiscadas y los templos clausurados.
En cambio, cuando llega al poder un militante de la II Internacional, ocurre lo que hoy en día está pasando en España en donde, más que confiscar propiedades, a los socialistas les interesa quedarse con los frutos de dichas propiedades por medio de altísimos impuestos. Asimismo, en lo que a la religión se refiere, los socialistas –más que clausurar templos- lo que hacen es descristianizar a la sociedad para que dichos templos queden vacíos.
La estrategia es la misma: Combatir a la propiedad y a la religión; lo único que cambia son las tácticas.
Y es que, al ver como gobiernos radicales al estilo Allende o el de la II República Española provocaron tal repulsa que acabaron perdiendo el poder, los socialistas decidieron cambiar de táctica.
Y fue así como, más que seguir las violentas consignas de una III Internacional que asesinaba de manera desalmada, prefirieron seguir las astutas consignas de una II Internacional que envenena con engaños.
A fin de cuentas ambas llegan a la misma meta solo que por distintos caminos.
¿Qué habrá de ocurrir en Hispanoamérica y que puede esperarse del triunfo de Gustavo Petro en Colombia?
Por lo pronto empezaremos diciendo que los dictadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua son descaradamente radicales; en cambio los de Perú, Bolivia, Argentina, Honduras, México, Chile y posiblemente el de Gustavo Petro encajan dentro de la socialdemocracia o sea ese socialismo que, en vez de matar a cuchilladas, prefiere adormecer envenenando.
Aunque Nicolás Maduro felicitó efusivamente a Gustavo Petro por su victoria, el ahora presidente electo de Colombia se muestra receloso guardando una prudente distancia.
¿Acaso no comparte la misma ideología de Maduro? ¿Acaso desea que el ejército no se alarme y de ese modo evitar un posible golpe de estado? ¿Acaso porque ve con repugnancia que Venezuela, con tantos refugiados que huyen de su país, acabe desquiciando la economía colombiana?
Que no se olvide que son más de seis millones los venezolanos que han emigrado hacia Colombia, Ecuador y Perú; y, curiosamente, el país donde primero se refugian es el más cercano o sea Colombia.
Así pues, no es fácil dar un pronóstico exacto de lo que habrá de ocurrir en Hispanoamérica en un futuro inmediato.
Máxime si tomamos en cuenta que, en el Perú, el gobierno del izquierdista Pedro Castillo pende de un hilo.
Y también si tomamos en cuenta que en 2023 se celebrarán elecciones presidenciales en Argentina y que en estos momentos las encuestas muestran que dichos comicios las ganaría la oposición de centroderecha.
Así pues, habrá que esperar y ver cuáles son los primeros pasos de Gustavo Petro pues solamente de ese modo será posible saber dentro de cuál de las dos corrientes se integra.
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