La caravana migrante ha desatado diversos sentimientos en las personas ajenas a esta por lo que representa.
No es un tema nuevo, pero sí de reciente polémica. Dialogar sobre la responsabilidad que refiere la “caravana migrante” ha generado sentimientos y actitudes de todo tipo:
⁃ quienes culpan al gobierno de origen (Honduras)
⁃ quienes culpan al gobierno que es de transición para los migrantes (México)
⁃ quienes condenan las descalificaciones del gobierno de último destino (Estados Unidos)
⁃ quienes de manera generosa brindan apoyo
⁃ quienes son ajenos e indiferentes al tema
Sin embargo, lo destacable de todas estas reacciones es considerar que estamos hablando de seres humanos. Pareciera ser que nos olvidamos de imperar la dignidad humana antes que cualquier juicio, señalamiento, descalificativo o condena.
La migración es una realidad de “éxodo”. Ya desde el Antiguo Testamento el pueblo de Israel fue conducido por Dios para abandonar Egipto y encaminarse a la tierra prometida. La búsqueda de mejores escenarios tiene su columna vertebral en la subsistencia de los pueblos para perseguir mejores oportunidades de vida.
Más que buscar culpables gubernamentales sería bueno preguntarnos ¿qué tanto favorecemos nuestra calidad de vida y la de otros? Ciertamente las oportunidades no siempre son las mismas, pero:
⁃ ¿Somos justos con nuestros trabajadores?
⁃ ¿Sabemos administrar nuestros bienes?
⁃ ¿Somos respetuosos con nuestros connacionales y los extranjeros?
⁃ ¿Nos hemos puesto en el lugar de quienes salen de su país para una mejor oportunidad?
El mundo fluye de todos lados y hacia todos los lugares. Diario hacemos viajes de migración, ya sea para ir a trabajar, para visitar a alguien, etc. Es importante considerar que en la historia de la humanidad los grandes crecimientos de las comunidades se dan en momentos de salida que permiten expansión, posiblemente con grandes carencias, pero también con esperanza de saberse con capacidad de evolucionar.
Nadie estamos exentos de buscar mejores alternativas fuera de nuestra zona de estabilidad o desestabilización. Así que nos queda la gran reflexión de sabernos bendecidos y abundantes. Y mostrar compasión (pasión por el otro) ante la carencia material-espiritual de nuestro prójimo.
Y como expresaría la letra de la canción de “Soy migrante” (Leko):
“Y me convierto en Azteca, Mexica, Pies negros, Navajo, Bajau
Apache, Gitano, Maya, Soshone, Mapuche, Huirrarica, en ser humano planetario”.
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