Las labores educativas regresan a su normalidad lo cual es una excelente oportunidad para aprovechar la motivación estudiantil y preparar a los jóvenes en todos los ámbitos.
Esta semana se ve iluminada por el retorno a las labores educativas, sin duda un signo de esperanza de continuar con los sueños trazados cuando iniciaba el ciclo escolar.
Es importante retomar el ímpetu, la energía y la pasión que hicieron dar el primer paso hace algunos meses. La renovación del tiempo de vacaciones permite crecer, madurar y avanzar con una visión más empírica de lo que se pretende alcanzar en los centros educativos.
El marco de este regreso se ve rodeado de sucesos en la vida pública de la sociedad. La pregunta es ¿qué aprendizaje obtenemos de esto que sucede en nuestro hoy?
Particularmente nuestro país ha atravesado años de crítica, juicio y señalamientos de unos contra otros. Los alumnos están necesitados de enseñanzas con un testimonio de caridad aterrizada en gestos concretos de cercanía con el prójimo.
El avance de su conocimiento científico será determinante para el aporte al nuevo conocimiento de nuestro tiempo. Sumado a ello, también se deberá avanzar en los valores que permiten una verdadera reforma al estilo de vida de todos.
Hoy nuevamente estamos llamados a preguntarnos ¿qué hicimos bien que debe crecer?, ¿qué hicimos deficiente que debe cambiar?, ¿qué dejamos de hacer que necesita ser puesto en marcha?
Porque la escuela es un espejo de nuestra vida diaria, educamos todos los días y somos educados en cada experiencia. ¿Aportamos al proceso educativo desde nuestro día a día?
Porque no solo se educa en la escuela, es ésta el lugar privilegiado, pero cada espacio de diálogo, reflexión, encuentro y acercamiento es un espacio educativo. La pregunta entonces en este nuevo comienzo de año lectivo es ¿cómo ser referentes de educación desde donde nos encontramos?
Como expresara monseñor Casaldáliga en su escrito Espérame también, letras articuladas de un mañana con anhelo
“Porque lo espero a Él, y porque espero que, al encontrarlo, todos nos veamos restablecidos por el sol primero y el corazón seguro de que amamos; porque no acepto esa mirada fría y creo en el rescoldo que ella esconde; porque tu soledad también es mía; y todo yo soy una herida, donde alguna sangre mana; y donde espera un muerto, yo reclamo primavera, muerto con él ya antes de mi muerte; porque aprendí a esperar a contramano de tanta decepción: te juro, hermano, que espero tanto verlo como verte”.
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