La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México ha sugerido la amplitud del programa “Senderos seguros” que se ha puesto en marcha en universidades públicas como la UNAM, la UAM y el IPN. Advierte fortalecer la presencia e inteligencia para atacar de raíz el tema de inseguridad.
Fue una semana trágica, donde se hizo público el asesinato de 2 jóvenes estudiantes de universidades privadas. Sin embargo sabemos de existen muchos más casos como éstos que pasan al anonimato.
Tristemente la muerte de Norberto cimbró a la Ciudad y a todo el país. Y días después la muerte de Leonardo lastimó profundamente también a la Iglesia católica.
¿Qué nos piden desde la presencia de Dios el joven Norberto y el seminarista Leonardo? ¿Qué llamado nos hacen a todos más allá de las coyunturas políticas?
Es importante tomar en cuenta estas cifras:
Entre diciembre de 2018 y mayo de este año hay un promedio de 1,100 mexicanos secuestraros. Según la organización “Alto al Secuestro” recopila estos datos con 733 carpetas de investigación según datos oficiales.
La falta de denuncias hace del secuestro el delito con más alta cifra negra en México, 94% de las víctimas no hacen ninguna denuncia.
La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México ha sugerido la amplitud del programa “Senderos seguros” que se ha puesto en marcha en universidades públicas como la UNAM, la UAM y el IPN. Advierte fortalecer la presencia e inteligencia para atacar de raíz el tema de inseguridad.
¿Esto es suficiente?, ¿esto basta?, ¿quien mató a nuestros jóvenes?, ¿se puede esto prevenir?
Las cuestionantes son innumerables y las respuestas son escasas. ¿Qué corresponde? ¿Habrá que esperar a nueva estrategia de seguridad?
La realidad es que es un tema rebasado. Los grupos de delincuencia organizada se multiplican conforme pasa el tiempo y todos, todos somos vulnerables.
Hoy por hoy la memoria de Norberto y de Leonardo nos deben arrojar a no callar. A demandar lo que por derecho nos corresponde: Justicia. Una justicia sin violencia, sino una justicia crística. Al puro estilo de Jesús Maestro: anunciar y denunciar no solo con palabras, sino con hechos y con coherencia.
“Porque la muerte es vida, ahora enciende luces en otro lugar”.
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