¿Qué hacer con los problemas desestructurados?

Vivimos una era que combina la multiplicación de problemas con una escasez de pericia para resolverlos.

Y no es casual. Son tantos los factores que inciden en el ambiente macro y micro económico en el que compite una empresa, que su adecuada dirección demanda pericia para confrontar nuevas complejidades y talento para reconocer problemas desestructurados.

En su definición más simple, un problema desestructurado es aquél que no sabes cuál es el problema. Lo detectas, pero no lo identificas, ni clasificas de primera instancia. Y, en consecuencia, no tienes idea de cuál es el camino a su solución antes de empezar a abordarlo.

¿Qué hacer con un problema desestructurado cuando intuimos que estamos frente a uno? Aquí tres conceptos aproximativos para la reflexión directiva:

1. Evita clasificarlo precipitadamente.- El primer gran reto de un problema que no te es afín, que no terminas de entender en su debida proporción o que es algo que no ha visto tu industria antes, es que lo lees a partir de tu lente usual o del instrumento que dispone tu organización para resolverlo.

El primer reto de un problema que carece de estructura es definirlo con aproximaciones multianalíticas y más serenidad que velocidad. ¿Qué tipo de problema es exactamente? ¿En qué etapa está? ¿Cómo expresa el daño directo y qué efectos indirectos produce? ¿Cuál fue su génesis exacta? ¿A quién beneficia su existencia y su solución?

2. Búscale un marco multidimensional.- Y es que aunque la teoría suele afirmar que debemos re-enmarcar los problemas no estructurados, en la práctica es complejo clasificarlos en un solo cajón. No hay problema financiero que no incida en las capacidades de la organización, como no hay problema comercial que no impacte en el estado de resultados.

La complejidad se reduce cuando logras enmarcar ponderadamente el nuevo problema en tres o más aristas. Es un problema que en su origen es legal, que nos restringe en el inventario y que explotó en las ventas del trimestre, por ejemplo. La multifactorialidad explícita ayuda a la comprensión multidimensional del fenómeno.

3. Repensar la función-objetivo.- Como afirman los expertos en programación lineal, siempre hay que tener clara la función que se desea minimizar o maximizar en un entorno de restricciones y de variables (que no todas están en tu control).

Cuando se permite cuestionar, rediseñar o, por lo menos repasar que es exactamente lo que se debe resolver vs. lo que se puede resolver y sus costos asociados (energía, tiempo y recursos), se abre la oportunidad de decodificar el problema con diversas interpretaciones y aproximaciones posibles hasta que se le empiece a ver la cuadratura al círculo.

Aunque quizá el reto más complejo en la gestión de problemas desestructurados es la indispensable eliminación de restricciones autoimpuestas, sesgos de múltiple génesis y el encapsulamiento a partir de visiones únicas que no se permiten cuestionar o que el tablero de control no posibilita evaluar.

No es en vano el dicho de que cuando sólo tienes un martillo, todo lo ves como clavo. Las personas tendemos a querer interpretar cualquier problema a partir de nuestros paradigmas, nuestras limitadas experiencias, nuestros datos, o nuestro conocimiento que –por muy amplio que pueda presumirse– no deja de ser limitado frente a fenómenos fuera de mira o alcance.

Los problemas no estructurados son la nueva realidad de muchos y el futuro de los más. Y sí. Se requiere acostumbrar a la mente y a su emocionalidad a una correcta aproximación como punto de partida para solucionarlos.

La buena noticia, jóvenes, es que en la mayoría de los problemas desestructurados hay una nueva oportunidad de negocios para quien la sepa ver y, mejor aún, resolver.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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