Los negocios no están exentos de derrumbes fortuitos o de desbalances por situaciones no planeadas o muy fuera de su control.
Es la antítesis de una organización eficiente, balanceada y razonablemente rentable. Implica navegar una organización en crisis infinita y de grandes proporciones. No se puede parar porque los problemas se agravan, pero tampoco garantizar que lo que funciona andará el día de mañana.
Miles de organizaciones operan así. Al borde del colapso. En el límite de la ruina, de la implosión de procesos, de la falla crónica de sistemas presionados o de la fractura de las estructuras o relaciones críticas que la sostienen.
Operar al borde del colapso es, por definición, un estado de situación extrema donde lo que funciona (si así le podemos llamar) está próximo al punto en que no aguantará más y, en consecuencia, se visualizan muchas de las consecuencias que potencialmente se producirían en el momento en que algo o todo reviente.
Son múltiples las razones que pueden llevar a una compañía al borde del colapso, pero hay tres detonadores que suelen ser tan comunes que conviene enunciarlos para la reflexión directiva:
1) Carencia brusca de insumos críticos.- Todo negocio tiene grados de dependencia en ciertos suministros para que su producto o servicio funcione. Vivir un entorno de abundancia de todos los insumos necesarios y tener los recursos necesarios para garantizar un suministro estable es vivir un mundo perfecto.
Pero no hay nivel de inventario eterno, ni relación de proveedores infalibles. Afectaciones logísticas, regulatorias, financieras o de decisiones directivas mal calculadas pueden llevar a un negocio al borde del colapso en plazos más que cortos.
2) Estrés en las finanzas de la organización.- Se goza de salud financiera cuando la suma de ingresos le permite hacer frente de manera más o menos cómoda a la suma de egresos –compromisos documentados, inversiones y contingencias– que el negocio enfrenta en un determinado periodo de tiempo.
No obstante, una variación abrupta en los ingresos que proyectó, un incremento no pronosticado del costo de ciertos insumos, un nuevo impacto fiscal no previsto o un endeudamiento excesivo o costoso puede llevar a un negocio al borde del colapso en instantes.
3) Salida abrupta de talento clave.- Tener las personas adecuadas, haciendo lo que saben hacer bien, en las funciones óptimas del conjunto de procesos que le dan forma a un modelo de negocios funcional y rentable, es el mundo perfecto.
Sin embargo, una pérdida de atractivo organizacional circunstancial, una suma de conflictos agravados que deterioren el clima organizacional o la simple pérdida de personas clave en posiciones sensitivas puede desconfigurar una operación en intervalos de tiempo muy cortos.
Ahora bien, estar al borde del colapso no es sinónimo de haber colapsado ya. Hay una pérdida de características óptimas de funcionamiento o de elementos de competitividad relevantes, pero se debe asumir que tal pérdida es temporal y, por tanto, solucionable.
Los negocios no están exentos de derrumbes fortuitos o de desbalances por situaciones no planeadas o muy fuera de su control. Viven y se mantienen viables, empero, por la capacidad de sus directivos para evitar el desplome, para modificar el plan de vuelo volando y para bien administrar la presión de los momentos que requieren conversaciones, decisiones y acciones extraordinarias para re-encarrilar situaciones límite.
Ninguna entidad productiva debe acostumbrarse a operar en los bordes. Con rectitud de intención, sus directivos deben re-balancearla para normalizar una operación saludable y sostenible en plazos más que prolongados.
¿Y si no fuera así? Se puede uno preguntar. Entonces la empresa simplemente tendrá que reconocer que es inviable o que está quebrando. Y como diría la nana Goya, “esa…, es otra historia”.
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