Estamos ante el All-HomingTM. Un fenómeno que no resultará ni pasajero, ni temporal. ¿Qué llegó para quedarse?
Era el refugio de nuestra actividad pública. Un espacio cuya función primaria era el descanso y el cuidado personal. Un lugar de guarda de lo que te es preciado y privado. Un sitio con áreas destinadas al buen ocio individual o familiar y a la socialización con aquellos que admitíamos a nuestro círculo de confianza.
Pero llegó una pandemia. Y con ella, la necesidad de autoconfinarnos en ese refugio. Con todos. Con sus actividades, con sus presiones, con sus temores, con sus contradicciones. Llegó el home-office para unos, el home-schooling para otros y el home-solving para todos.
Los espacios adquirieron una necesidad funcional distinta. Y es que las áreas, el mobiliario idóneo, la iluminación óptima y la privacidad necesaria resultaron recursos escasos aun en los hogares con mejor ancho de banda.
Estamos ante el All-HomingTM. Un fenómeno que no resultará ni pasajero, ni temporal. ¿Qué llegó para quedarse? Aquí tres reflexiones de quienes están inmersos en el rediseño de sus modelos de negocio:
1) La adopción digital ha sido megaintensiva y multigeneracional.- Y no sólo porque cada miembro del refugio ha aceptado hacer distintas actividades en casa, adaptándose a las restricciones o ventajas de su señal del internet, sino porque al tiempo en el que hemos aprendido a ser cautos con las cámaras, con los datos personales y con la mezcla de ruidos bidireccionales, hemos probado y digerido nuevos sistemas, soluciones y procesos con prácticamente todos los dispositivos conectables a nuestra disposición.
2) La comodidad con la pantalla en casi todo es creciente.- Y aunque el anecdotario de incidentes bochornosos por dejar un micrófono abierto o una cámara encendida es extenso en la red, ninguna compañía debe subestimar la velocidad con la que tiros y troyanos hemos ganado comodidad para la realización de actividades en digital.
Basta con ver una abuela contando un cuento a su nieto a través de una tableta, o un papá haciendo un pedido en la App de un supermercado, en paralelo a su participación pasiva en un webinar sugerido en un grupo de WhatsApp. Y ni se diga la mamá que ha empezado yoga frente a su celular, al tiempo en que se ha vuelto una experta en resolver incidentes de conexión en el Zoom de sus hijos.
3) El espacio privado seguirá siendo privado.- Reconozcámoslo. La tentación de observar el entorno de nuestros interlocutores en el otro lado de la cámara es enorme. ¿Qué orden refleja? ¿Qué acabados tiene? ¿Cuál es su estilo? ¿Qué textos o fotos se pueden ver?
Pero al margen de que algunos son felices al descubrir la función de difuminado de su fondo u otras opciones para impedir revelar tu espacio, muchos han descubierto que trabajar desde casa implica decidir qué espacios e interacciones familiares haces públicos y qué entornos mantendrás celosamente privados.
La extensión del auto-confinamiento y el agravamiento del problema sanitario no tardaron mucho en hacernos saber a empresas y familias que no estamos trabajando ocasionalmente desde casa solamente, sino que estamos en casa –durante una crisis– tratando de trabajar y de viabilizar nuestro futuro.
Eso ha contribuido a la difuminación de fronteras entre la casa, la oficina o terceros lugares. La gente descubre nuevas posibilidades en digital por minuto y adopta funcionalidades y hábitos –antes insospechados– que no va a abandonar cuando pueda salir al espacio público con la frecuencia y confianza que antes acostumbraba.
El All-HomingTM reconfigurará espacios, recalibrará modelos y procedimientos y modificará el diseño de múltiples experiencias en un mundo que –aun y cuando resolvamos el bicho– continuará siendo analógico, pero muy, muy digital.
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