La pandemia fue un acontecimiento riesgoso, descarrilador, perturbador, agitador y acelerador tanto para corporaciones lucrativas como para gobiernos y organizaciones del tercer sector.
“Ha sido como cambiar las alas y las turbinas de un avión en pleno vuelo”, le escuché decir a un CEO refiriéndose a la intensidad de la tarea y a la presión por resultados.
Y es que navegar tiempos alterados a lo que antes describíamos como la normalidad de nuestro negocio, nos colocó a muchos en modo transformacional. En el mejor de los casos, no se desperdició un entorno en crisis para hacer cambios antes imposibles. En el peor de los escenarios, se lograron ajustes tácticos que mantuvieron a flote y produciendo a la embarcación.
En cualquier caso, siempre se anheló la normalidad. Esa cualidad o condición de lo que se ajusta a las normas prevalecientes (a lo conocido) o de lo que se halla en su estado natural (y resulta predecible). En los negocios, no obstante, dicen los expertos que no se debe hablar de normalidad general, sino de normalidad dentro de un mercado o contexto concreto.
Contadas unidades productivas regresarán a una normalidad operativa intocada. Las más, aspiramos a encontrarnos ya en nuestra ‘siguiente normalidad’ y nos vemos obligadas a plantarle cara a un nuevo ciclo con interrogantes óptimas. Aquí tres categorías de preguntas para la reflexión directiva:
a) Interrogantes del contexto: 1. ¿Acabaron ya todos los efectos atribuibles a la pandemia?
2. En caso de que no, ¿están identificados y aislados esos efectos (especialmente si son negativos) o se han mimetizado en tu realidad financiera y operativa?
3. ¿Qué ya está claro en tu mercado que jamás regresará a ser como lo conocías antes?
4. ¿Qué ajustes a tu modelo de negocios resultan tan necesarios como irreversibles ante las nuevas exigencias de mercados transformados?
5. ¿Quiénes en tu organización resultaron indispensables en los cambios bien materializados?
b) Interrogantes de la esencia del negocio:
1. ¿Qué ya cambió en tu modelo de negocio con tal profundidad que –quizás– ya te define como un negocio distinto al que eras?
2. ¿Qué solución tecnológica necesaria en tu industria no has terminado de digerir, elegir, adoptar o implementar?
3. ¿La mentalidad de tu organización ya evolucionó totalmente a la era digital o sigue anclada en cierto grado a la era analógica?
4. ¿Qué activos antes indispensables hoy resultan indiscutiblemente prescindibles?
5. ¿Qué te ancla al pasado (que sabes que debes dejar ir) y te impide colocar la organización en el futuro (que ya tienes bien visualizado)?
c) Interrogantes tácticas ante el inicio de un nuevo ciclo:
1. ¿En qué vas tarde? Y lo sabes bien.
2. ¿Qué distrae tu atención directiva que puede ser delegable en personal de confianza y capacidad acreditada?
3. ¿Qué talento te hace falta a los proyectos más sensitivos de la organización?
4. ¿Qué hay que trabajar para incrementar el orden contable, financiero y de control en tu compañía?
5. ¿Qué falta para estar al día en los frentes fiscal, bancario y corporativo?
Sí. La pandemia fue un acontecimiento riesgoso, descarrilador, perturbador, agitador y acelerador tanto para corporaciones lucrativas como para gobiernos y organizaciones del tercer sector. Y resultó, también, una sacudida a nuestros respectivos teatros de operaciones y a las formas como nuestras mentes aproximan soluciones para realidades concretas. Pero ya fue.
Hay que puntualizarlo con explicitud, la ahora endemia es ya un elemento más del complejo contexto –ultra competitivo y continuamente alterado por otras múltiples variables cambiantes–en el que toca dirigir, decidir, gestionar y construir resultados.
Y así, mientras unos continuarán sus días anhelando el retorno a una normalidad que ya no será, habrá otros capturando las múltiples oportunidades que inevitablemente se presentarán en su respectivo ‘siguiente normal’.
¡Feliz año 2022!
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