La esperanza de certeza es intrínseca al ser humano, pero es la antítesis del emprendimiento, la transformación de los negocios y la posibilidad de refundar caminos.
Quien está en la antesala de una actividad crucial para su vida, quien está frente a un día muy esperado o quien tiene un tema delicado enfrente descubre rápido lo que es vivir y dormir en estado de alerta.
En esos compases de expectativa que no sólo te tienen contando las horas que restan para estar frente al hecho o desenlace esperado, sino que mantienen a tu mente dirimiendo entre la esperanza de tener certeza de lo que va a resultar y la necesidad de anticipar todo lo que te resulta desconocido o incierto.
En sus definiciones más simples, la certeza es el conocimiento seguro y claro que se tiene de algo y la anticipación es la rapidez de reflejos o reflexiones que permiten a una persona llegar a un sitio o actuar antes de lo inercialmente previsto, incluso frente a lo desconocido.
Y, si bien, la certeza es casi imposible en el mundo de los negocios en rediseño, transformación o crisis de competitividad, la real pregunta es ¿cómo trabajar la mente para la anticipación y el manejo maduro de la incertidumbre? A partir de dichos populares, aquí tres recomendaciones para la reflexión:
1. No por mucho madrugar amanece más temprano. – Hay decisiones, actos o proyectos a los que les tienen que llegar su momento. No por tomarlas mucho antes van a producir resultados distintos.
En el deseo de construir certeza, la ansiedad de desempeño o la revelación anticipada e ingenua de intenciones puede nutrir lo opuesto y crear despropósitos.
2. Prepárate para lo peor y espera lo mejor. – Esta máxima del mundo de la protección civil resulta de lo más vigente en los escenarios de las corporaciones emproblemadas o de los negocios que se han visto forzados a modificar múltiples cosas en paralelo.
La previsión constante de todos los desenlaces negativos que puedan visualizarse frente a un hecho, acto u omisión no sustituye la posibilidad de esperar el mejor escenario posible al tiempo que se lucha por fabricarlo.
3. Cuando lo ordinario es insuficiente, es lo extraordinario lo que compensa. – Momentos difíciles y decisiones complejas suelen no ser procesados en los tiempos, formas y procesos ordinarios. Requieren actos, argumentos y trabajos extraordinarios que nutran con elementos de certeza la natural incomodidad que provoca lo desconocido o lo incierto.
Y sí, en condiciones de anticipación obligada y de procesos de transformación se analiza más. Se lee, se medita, se consulta, se conversa, se trabaja la posibilidad. Esos esfuerzos extraordinarios –comprometidamente ejecutados– compensan en buen grado los lados ciegos que inevitablemente ofrece la incertidumbre.
Vivir en épocas de incertidumbre total –si bien resulta profundamente incómodo para quienes desean vivir conociendo lo que les deparará su futuro– sí te permite anticiparte con la certeza de que todos tus actos y decisiones navegarán en lo incierto.
La esperanza de certeza es intrínseca al ser humano, pero es la antítesis del emprendimiento, la transformación de los negocios y la posibilidad de refundar caminos. Es la anticipación en la incertidumbre la habilidad que se debe materializar. Anticipar con información. Anticipar con lectura oportuna de tendencias. Anticipar con gestión de riesgos. Anticipar con más entusiasmo que temor.
Y cuando tu mundo se percibe aún más complejo de lo que estás acostumbrado, vale la pena recordar que uno le ayuda al éxito en grado superlativo cuando, lejos de buscarte en zonas de inmovilidad, te encuentras en zonas activas: decidiendo bien y trabajando duro.
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