Si quieres velocidad y estabilidad, vas a sacrificar apertura o accesibilidad. Si lo que buscas es velocidad y apertura, vas a disminuir cierta estabilidad o seguridad. Y si aspiras a apertura y estabilidad, vas a sacrificar velocidad.
Ese es el trilema de la mutación. Una realidad ineludible, donde el tomador de decisiones en la empresa no puede aspirar a tener los tres efectos positivos –en perfecta profundidad y sincronía– cuando decide incentivar el crecimiento de su negocio.
En su definición más simple, un trilema es una situación en la que hay que elegir entre tres opciones o prioridades igualmente buenas o malas. Implica una disyuntiva sobre cosas que resultan proposiciones contrarias en cierto grado, pero complementarias en otro.
¿Cómo procesar este trilema en el quehacer empresarial? Aquí tres supuestos para la reflexión directiva:
1) Acelerar implica vibraciones perturbadoras.- Todos estamos acostumbrados a cierto nivel de velocidad. Y cuando decisiones o circunstancias derivan en aceleración, nuestro cuerpo se ve sometido a sensaciones que pueden no resultar placenteras.
La adrenalina contribuye a la emoción. Es satisfactorio ver el paso de las cosas a mayor velocidad y el rebase de competidores u objetos intencionados. Pero ello no elimina que la velocidad tienda a producir vibración y ésta induzca nerviosismo.
2) La estabilidad inhibe el movimiento.- Pocas cosas son tan reconfortantes como el observar una operación invariable, sin incidentes y en perfecta sincronía con lo que uno ha definido como zona de control.
Pero en la misma medida, lo estable tiende a congelar iniciativas, a privilegiar la cautela y, sobre todo, a subordinar agilidad, decisiones y cambio en aras de mantenerse en un cierto nivel de seguridad o confort.
3) La apertura expone a nuevos riesgos.- Mantener una actitud favorable a la innovación, permitir el ingreso de nuevos sistemas, personas, métodos o equipos requiere una disposición manifiesta a sobreponer novedad y sacrificio.
Y claro que la expectativa de lograr una suma de positivos en cada iniciativa debe ser mayor a la suma de negativos que cada decisión implica, pero antes que el balance objetivo de los resultados está la disposición a darle oportunidad a la posibilidad.
Dada la imposibilidad práctica de privilegiar seguridad, apertura y estabilidad en simultáneo y en exacta ponderación, el director deberá optar por dos de las tres e implícitamente subordinará una a los dos objetivos primarios que ha optado por impulsar primero.
No hay mundo perfecto en la toma de decisiones. Menos cuando lo que se busca es someter al negocio a cierto nivel de tensión proactiva, en aras de destruir lo que ya no contribuye a la competitividad del negocio, al tiempo que se construyen nuevas configuraciones para producir resultados que se expresen en caja y resulten replicables.
Formas de poder gestionar la mutación hay muchas. Y combinaciones factibles en el acomodo del trilema hay decenas. Pero todo parte de tener perfectamente claro que, en la vida como en la empresa, solo cierta dosis de descontrol permite nuevas posibilidades.
Y Comitán no me trató bien, sino lo que le sigue…
No es cerca. Tres horas de carretera después de volar a Tuxtla Gutiérrez. Pero es un destino que vale cada kilómetro recorrido. Su colorido y la arquitectura de su centro histórico hacen gala a su categorización de Pueblo Mágico.
Resultó más que grato conversar con los empresarios de la región en una conferencia sabatina patrocinada por Abarrotes San Luis. Advertí una comunidad queriendo maximizar sus posibilidades, en línea con lo que necesita México. Empresarios competitivos en lo local, con mente y ambición global.
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