No es casual que en la empresa como en la vida misma muchos digamos –una y otra vez– que el mejor enero empieza en diciembre.
Vaya que si baja significativamente el ritmo al interior de la mayoría de las oficinas del mundo corporativo no ligado a la temporada navideña.
Las vacaciones de muchos, la reducción en el ritmo de correos electrónicos, la ausencia de juntas ordinarias y más, reducen la intensidad de cualquier espacio de trabajo.
Si eres de los que se quedaron trabajando en estos últimos días decembrinos, ¿cómo aprovechar bien el tiempo tranquilo de escritorio que este periodo ofrece?
He aquí cuatro actividades que, las más de las de las veces, conducen a resultados relevantes en el año próximo a iniciar:
1) Revisa temas aplazados de los colaboradores de tu círculo inmediato.- Aquél que te pidió un consejo, aquél que te dejó una lectura para revisar, a quien tenías que mandarle los datos de un libro recomendado o con quien debías tomarte un café para abordar un asunto espinoso.
En la dinámica intensiva de cualquier organización, siempre van quedando rezagados pendientitos por aquí y por allá con quienes te rodean y –los más– apreciarán que no concluyas el año sin atender su asunto de cierta forma.
2) Con lente estratégico, evalúa las acciones que más resultados produjeron.- Y no sólo a partir de las métricas que tus sistemas te permitan filtrar y revisar, sino revisando los datos de aquello que tu percepción te dice que fue lo que más produjo en determinado lapso de tiempo.
En la dinámica ordinaria de cualquier organización, no siempre se tiene el tiempo para pensar, para contrastar, para reordenar información o para requerir nuevos ángulos de análisis que permitan ver uno o varios fenómenos desde nuevas perspectivas funcionales.
3) Con lente autocrítico, examina aquel proceso que has querido modificar.- Los puntos más sensitivos. Los que han provocado mayor número de desviaciones, de incidentes o de problemas. En estos días de silencio relativo, date tiempo para pensar en opciones viables diferentes.
Y es que la dinámica ininterrumpida de las actividades más sensibles de cualquier organización hace poco recomendable proponer o ejecutar cambios en las temporadas más ocupadas. Son los tiempos de calma los que permiten repensar y experimentar nuevas formas para los días de mayor exigencia operativa.
4) Con juicio financiero, revisa las deudas con las que cierras el año.- ¿Debes más o menos al 31 de diciembre? ¿Has abonado más de lo planeado o sólo lo mínimo requerido? ¿Con relación a tus activos o a tu nivel actual de ingresos, te sientes cómodo con ese nivel de deuda o deberías proactivamente reducirla?
Los pasivos se gestionan mejor cuando se producen análisis recurrentes que contrasten su utilidad en el negocio, su costo total integral en el tiempo y su viabilidad de pago en determinado periodo.
Es precisamente en días de baja intensidad cuando se pueden poner muchas cosas en orden: notas, registros, documentación legal, asuntos fiscales, lecturas necesarias o llamadas adicionales. Es, también, un momento idóneo para deshacer archivos inútiles, borrar registros digitales inservibles, liberar espacio funcional físico y clarificar mente y terreno.
Lejos de padecer estos días por no estar fuera de la oficina, la temporada ‘en calma’ se debe aprovechar para calibrar la mira y para afilar la navaja.
No es casual que en la empresa como en la vida misma muchos digamos –una y otra vez– que el mejor enero empieza en diciembre.
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