Crecer involucra una suma de factores bien gestionados, pero crecer es una decisión. Hay #empresas que deciden hacerlo y hay negocios que no.
La funcionalidad óptima de lo nuevo tiende a durar poco. Las cosas no permanecen disponibles y utilizables indefinidamente sin requerir de cuidados periódicos.
Quien posee algo o quien es responsable de la operación de equipos, no tarda mucho en verse obligado a programar mantenimientos preventivos o a instrumentar mantenimientos correctivos cuando determinada máquina o sistema integral ha dejado de funcionar para lo que fue diseñado e instalado.
En su definición más simple, el mantenimiento es el conjunto de acciones que tienen como objetivo mantener un artículo, equipo o infraestructura en un estado correcto de funcionamiento. No importa el grado de inversión inicial, si se pretende conservar algo en perfecto estado operativo, requiere mantenerse.
¿Contra qué máximas se ven confrontados directivos y administradores cuando el contexto general de presupuestos disponibles los presiona para reducir costos operativos? Aquí tres para la reflexión:
1) Afectar el mantenimiento óptimo es reducir el estándar operativo deseado. – En un momento en el tiempo, alguien fijó que tal equipo deberá estar disponible para propósitos bien definidos y con características de desempeño específicas.
Cuando el retraso o posposición indefinida de mantenimientos dispara fallas no programadas, variaciones de desempeño que afecten otras variables como el tiempo, incremento de costos directos o accidentes, se está afectando el estándar original de manera estructural.
2) Los fabricantes o constructores tienen responsabilidades decrecientes en el tiempo. – Sea por el tipo de uso que se le da a un equipo (o falta de este), sea porque las políticas de mantenimiento no están en línea con las recomendaciones de quien fabricó o instaló o sea por externalidades que detonan fallas diversas, un administrador no puede culpar al fabricante de manera eterna.
El operador es dueño de la responsabilidad de los resultados que su sistema y la infraestructura a su cargo producen. Y cuando se modifica el estándar inicial para lo que ciertos equipos fueron diseñados, tarde o temprano se producen problemas complejos.
3) El submantenimiento de equipos de misión crítica tiende a producir tragedias. – En el mundo de lo deseable, hay procesos o equipos que nunca deberían dejar de operar (salvo paros programados), pues bien se conoce que su interrupción trae afectaciones económicas o de seguridad.
Tiene tales efectos negativos posibles una suspensión accidental o un paro no programado de este tipo de equipos, procesos o infraestructuras, que es preferible suspenderlos proactivamente que operarlos con la cuestionable conciencia de que se están gestionando por debajo de la línea de operación responsable.
En un entorno en el que las más de las empresas y gobiernos han visto reducidos sus ingresos por la contracción económica global o en organizaciones donde la plantilla operativa ha sufrido ausencias prolongadas o exceso de cambios, la tendencia a descuidar o afectar mantenimientos crece de manera más que proporcional.
Y es paradójico. Pues es en momentos de baja demanda cuando –muy a pesar de las reducciones financieras que se argumentan necesarias– las organizaciones pueden y deberían hacer mantenimientos mayores o salidas de operación programadas para no poner en riesgo su sistema cuando la demanda los lleva a los niveles más altos para los que se diseñó.
Empresas y gobiernos son responsables de sus operaciones. Cada quien su cada cual, independientemente de cómo asumieron esa responsabilidad. Y, cuando el accidente ocurre y el pretexto aflora, alguien les tiene que volver a recordar que las cosas están en sus manos para funcionar y tienen que funcionar bien.
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