Las empresas necesitan rumbo y ese rumbo parte de las decisiones que se toman tan oportuna y claramente como el carácter, la experiencia y el arrojo de sus directivos.
Las frases que lo acuñan son de lo más diverso. Su repetición de lo más común. No hay organización que en meses pasados no haya decidido posponer algún proyecto, alguna decisión sensitiva, una que otra actividad relevante o más de una decisión costosa.
Por prudencia dicen unos; por falta de claridad sobre el desenlace esperado afirman otros. No es el momento, explican quienes deciden argumentar, en tanto que los que no, sólo guardan silencio indefinido. Así, las semanas, los meses pasan. Y cuando llegas a un periodo de reporte, el proyecto, el problema, la disyuntiva ‘sigue ahí’.
Y es que, en contextos intrínsecamente inciertos, el exceso de evaluación, el temor a equivocarse o la falta de claridad sobre los desenlaces posibles tienden a provocar lentitud y en su peor expresión, inmovilidad.
En un mundo que exige evaluar opciones y riesgos rápidos para decidir y actuar oportunamente, ¿qué realidades debemos asimilar para evitar la muy venenosa posposición indefinida? Aquí 3 para la reflexión directiva:
1) El problema no son las variaciones, sino el reto de reconfigurar.- Cualquier proyecto que impulsemos, cambio que gestionemos o inversión que autoricemos estará sujeta a variaciones de los supuestos que la validaron en su momento original.
Sólo quien asume lo anterior como algo dado, entiende que el verdadero reto empresarial es prevenir las variaciones bruscas (las que pueden descarrilar) y estar lo más listo que sea posible para reconfigurar alcances para cuando la realidad personifique contingencias que resulten inevitables confrontar.
2) El problema no es sopesar opciones, es trasmitir duda eterna.- Pocas cosas hacen más daño en la moral de una compañía afectada por una crisis determinada como la duda eterna de sus directivos. Los criterios de actuación se vuelven poco claros y las organizaciones tienden a moverse en mínimos de actuación.
Decidir, dirigir y definir el futuro alternativo que se quiere crear es la función esencial de un equipo de dirección. Cuidado con tolerar que esos ingredientes falten.
3) Ante una posposición realmente indefinida es mejor cancelar.- Nada más criticable desde la perspectiva de la administración de la expectativa que tener a un equipo ‘en guardia’ para un proyecto que no sólo no tiene fecha probable de ejecución, sino que de facto está cancelado.
En organizaciones con retos ilimitados y recursos estructuralmente limitados, cada unidad de energía y talento debe enfocarse en lo que realmente tiene prioridad en su ejecución estratégica. Y si no es prioritario, expresándolo con claridad, hay que cancelarlo.
En la dinámica de mercados hipercompetitivos, en jurisdicciones que cambian reglas y en sectores que viven el impacto de la evolución tecnológica de manera acelerada contados son quienes realmente tienen certeza de lo que pasa y lo que seguirá pasando. Pausar se puede valer cuando se quiere ganar perspectiva, pero es un lujo que se extingue sumamente rápido si no se quiere destruir valor por inacción.
Las empresas necesitan rumbo y ese rumbo parte de las decisiones que se toman tan oportuna y claramente como el carácter, la experiencia y el arrojo de sus directivos lo permitan.
Vivimos un mundo de cambio obligado y de transformación necesaria. La palabra posposición debería usarse con extrema cautela. Y más cuando se acompaña del adjetivo ‘indefinida’. Esa composición narrativa tiende a ser veneno en la organización y sí, jóvenes ilustres, debería estar casi que prohibida.
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