Aunque la evolución de cualquier proyecto prioritario depende de disponibilidad de recursos adecuados y proporcionados, resulta importante que el ritmo, la consistencia y la administración del esfuerzo sea óptima también.
Hay momentos críticos en las organizaciones en donde todo, absolutamente, se subordina a un solo objetivo. Algún suceso amenaza con tal intensidad la existencia misma de la organización que hace que nada sea más importante que enfocarse en su defensa, en su viraje necesario o en su adecuación táctica para superar esa circunstancia negativa.
En esos momentos, el rol de los líderes de la organización se hace particularmente sensitivo. Si dudan, paralizan. Si entran en pánico, infunden un miedo insuperable. Si subestiman, congelan el actuar oportuno. Sólo si reaccionan de manera clara, impulsan infundiendo confianza.
Son muchas las características que definen un liderazgo en esos momentos vitales, pero hay tres que se vuelven centrales en el momento de la acción:
1) El líder comunica la prioridad en todos los tonos necesarios.- Encontrando el modo particular óptimo para que todos los niveles de la organización lo reciban de manera oportuna y sensitiva y desarrollando mensajes consistentes en todos los canales comunicacionales a su disposición.
Cuando todo es prioridad, nada es prioridad. Y las entidades que entran en momentos críticos necesitan la claridad suficiente para que hasta el más modesto de sus colaboradores tenga más que claro lo realmente prioritario.
2) El líder tutela el alineamiento hacia lo prioritario.- El enfoque tan concentrado como consistente en lo relevante es el ingrediente esencial del trabajo prioritario. La anterioridad de algo respecto de otra cosa, en tiempo o en orden, hace la diferencia.
Nada más dañino en momentos críticos que la dispersión del esfuerzo o la dilución de recursos.
Nada más erosionante para el esfuerzo colectivo que la distracción en algo que no resulte esencial.
3) El líder enfoca la energía organizacional al objetivo crítico.- Aunque la evolución de cualquier proyecto prioritario depende de disponibilidad de recursos adecuados y proporcionados, resulta importante que el ritmo, la consistencia y la administración del esfuerzo sea óptima también.
Y dado que no es inusual que no se tengan todos los recursos e instrumentos a la mano en el momento necesario, es vital sacarle el 120 por ciento a lo que sí se tiene a la mano para accionar.
Los buenos liderazgos se crecen en los momentos más retadores de las organizaciones. Dimensionan lo necesario, pero avanzan en lo posible con prontitud. Visualizan y crean alternativas, al tiempo que presionan el resultado en los tiempos mínimos ejecutables. Accionan frente a obstáculos, con una fuerza de carácter más que proporcional a su dimensión.
Pero es en esos momentos de enorme complejidad cuando dos sencillas virtudes del ser humano se hacen trascendentales en el actuar de un líder de grandes vuelos: primero, no decir una cosa y hacer otra; y, segundo, decir lo que realmente se tiene que decir.
Y sí, son los momentos más críticos los que permiten distinguir a los grandes liderazgos.
#StandWithUkraine
Tiene 44 años. Es licenciado en derecho y dedicó su vida previa al ejercicio de la comedia, la actuación, el guionismo y la producción cinematográfica a través de su empresa Kvartal 95. El 20 de mayo de 2019 juramentó como el sexto presidente de la República de Ucrania. Su nombre es Volodímir O. Zelensky.
Hoy es el líder de una nación que resiste una injustificada y condenable invasión rusa.
Un político al que el mundo ya le reconoce el aplomo para mantenerse en Kiev –junto con su esposa Olena Zelenska y sus hijos– a la cabeza de la defensa de un país tan soberano como valiente. ¡Chapeau!
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