Las empresas no tienen recursos ilimitados, pero sí tienen una capacidad infinita para destruir valor cuando no se asumen sus nuevas realidades con corrección y rapidez y sólo se opera en inercia no constructiva.
El simple inicio de un nuevo año no altera el conjunto de circunstancias que rodean los negocios, pero tienden a favorecer un corte de caja para reflexionarlas. Y el 2022 presenta claroscuros en cualquier intento de prospección.
Para nutrir el pesimismo, basta con enunciar los complejos problemas de proveeduría o logística que prevalecerán en la manufactura o las barreras emergentes a la libre competencia. Para el optimismo, sobra con describir las enormes posibilidades de crecimiento que ofrecen la integración tecnológica y la digitalización u observar los mercados extendidos en nichos antes insospechados.
En cualquier caso, el director debe ponderar su realidad con inteligencia contextual. Esa capacidad para comprender y enfrentar mejor su respectiva realidad y tomar decisiones oportunas y aterrizadas al entorno en que se implementarán sus disposiciones.
¿Qué hábitos (y habilidades) ayudan a nutrir la inteligencia contextual? Aquí tres para la ponderación directiva:
1. Interpretar las nuevas realidades aunque no gusten.- Asimilar una realidad cuando favorece o gusta en tan sencillo que casi deriva en un acto inercial. Lo complejo es leer con objetividad y temple la realidad que disgusta, la que afecta o la que desordena.
Poco ayuda a las organizaciones el que sus directivos privilegien la inmersión a las realidades que les son afines y pospongan aquello con lo que no simpatizan o no entienden. Esa es la manera más silenciosamente efectiva de destruir futuro posible.
2. Pensar en diferentes direcciones.- El pensamiento unidireccional, monoindustria o uniregional es tan frecuente como cómodo. Mantiene un solo centro de gravitación. Forzar el pensamiento multidireccional y omniefectos resulta una habilidad que sólo se desarrolla intencionadamente.
Poco ayudan los directivos que responden con la misma receta a realidades modificadas. Reconocer que no se tienen todas las soluciones necesarias para contextos que ya cambiaron es el primer paso para permitir nuevas preguntas funcionales.
3. Cerrar ciclos de funcionamiento y utilidad.- La focalización de la energía organizacional en la construcción de soluciones para nuevas realidades obliga a decidir rápido lo que debe terminarse, lo que debe cerrarse; o bien, a identificar qué o quién ya cumplió su ciclo de utilidad o aportación.
Las empresas no tienen recursos ilimitados, pero sí tienen una capacidad infinita para destruir valor cuando no se asumen sus nuevas realidades con corrección y rapidez y sólo se opera en inercia no constructiva.
El experto en el tema Prof. Tarun Khanna complementa la definición de la inteligencia contextual como “la habilidad para entender los límites de nuestro conocimiento y para adaptar ese conocimiento a un ambiente diferente del que se desarrolló”.
El 2022 acarreará ambientes diferentes frente a problemas razonablemente conocidos. Y aunque habrá nuevos desafíos hoy no visualizados, mucho de lo nuevo se verá en formas de aproximar, de accionar, de aprovechar nuevas realidades económicas y sociales que se materializan con tanta firmeza como aspereza y que unos bien leerán primero que otros y menos reaccionarán con oportunidad y astucia frente a la queja estéril de los más.
La realidad no cambia la crudeza de lo que es, pero se puede desear distinta. Imposible eliminar la necesidad de asimilarla, pero se puede trabajar para modificarla. Y es que si bien resulta improbable evitar las incomodidades de su confrontación, nunca sobra enfrentarla con ánimo y disposición.
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