Debe hacerse un esfuerzo por entender a quienes viven en la frontera, pero también por no perder el sentido de hospitalidad y solidaridad que caracteriza a nuestro país.
En campaña, pocas cosas son tan baratas como decir “no le haré el trabajo sucio a Estados Unidos”. Así lo dijo el candidato de Morena, hoy presidente, refiriéndose a la migración. Y resulta que está haciendo lo contrario de lo que prometió.
Comenzó el sexenio diciendo que había una “política de puertas abiertas”, pero fue más bien una política de “franco desorden” que hoy nos tiene desempeñando un papel vergonzoso como “muro” de contención de Estados Unidos, a pesar de nuestra condición como país de origen, tránsito, y destino de migrantes. Para colmo, el desorden del gobierno empieza a generar “miedo” que es el caldo de cultivo para la xenofobia.
En junio, la foto de un hombre y su pequeña hija, ahogados en el Río Bravo, dio la vuelta al mundo. En ese caso todos culparon a Trump. Pero ahora, una nueva foto pone el reflector sobre México: es la imagen de una madre guatemalteca –Lety Pérez– en cuclillas, cubriéndose con una mano las lágrimas y con la otra abrazando a su hijo, Antonio, de 6 años, frente a un soldado mexicano armado. El fotógrafo cuenta que Lety imploraba al soldado que los dejara cruzar a EU. El soldado sólo pudo decir que no podía, pues la orden del gobierno es clara: somos el muro de Trump y debemos detener a los migrantes.
Veamos algunos puntos:
1. Lety Pérez es una madre soltera, que, como millones en América Latina, ha intentado salir adelante. Un día, decide ahorrar y “pagar a un pollero” para tratar de llegar a EU. Implora y ruega que la dejen pasar.
2. Su hijo tiene 6 años. Como millones de niños, ha sido abandonado por su padre. Siente el dolor de su mamá y pone la mirada angustiada en el soldado. Antonio es la expresión viva del hecho de que los niños están siendo excluidos de las decisiones de política migratoria.
3. El soldado es miembro del Ejército, pero ahora con un gafete improvisado que dice “Guardia Nacional”, no puede hacer más que decir “no puedo”, porque, en efecto, no los puede dejar pasar. Fue entrenado para defender a México. Tal vez tenga experiencia luchando contra el crimen organizado. Por eso no quiere apuntar contra inocentes, mucho menos una mujer y su niño. Pero ahora sus órdenes son claras: detener migrantes; se ve obligado a ser “la migra” del presidente. Forma parte de ese muro que finalmente estamos pagando los mexicanos.
4. Muchas son las preguntas, por ejemplo: ¿es el papel de un soldado armado estar en la frontera para detener a una mamá y a un niño? ¿No debería estar defendiéndonos de los criminales? ¿México no podría tener una respuesta más humana? Y con respecto a Antonio, ¿no podría ser recibido de otra manera? y, cuando crezca, ¿qué pensará de México?
Necesitamos: 1. Una política migratoria ordenada y clara, no esta improvisación inhumana. 2. Protocolos especiales para niños migrantes. 3. Apoyo a los municipios y estados de las fronteras norte y sur para dar una respuesta integral a un asunto nacional. 4. Lograr una repatriación más humana con protocolos de atención y con el apoyo de agencias internacionales. 5. Desarrollar modelos para trabajar en los lugares de origen de los migrantes. 6. Debe hacerse un esfuerzo por entender a quienes viven en la frontera, pero también por no perder el sentido de hospitalidad y solidaridad que caracteriza a nuestro país.
En 2015, al inicio de la crisis humanitaria de migración, el reportero Alberto Dilolli escribió: “Si es usted ciudadano de a pie, no sé decirle qué puede hacer desde su casa. Si es gobernante, haga algo. No es por ellos, es por nosotros, es para saber que podremos mirar a nuestros hijos mañana y decirles que estuvimos a la altura”. El gobierno de México hoy no está a la altura. ¿Lo estamos nosotros como ciudadanos?
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