Los diputados, en lugar de decidir sobre cómo facilitaban su reelección, debieron haber ajustado el presupuesto.
Algo no cuadra. Países que registraron al primer contagiado de COVID-19 después de que México hubiese registrado al suyo tienen un registro mayor de contagios, países con menos población tienen un número mayor de infectados. Por otro lado, la sociedad, las organizaciones no gubernamentales y hasta los gobiernos estatales han salido a suplir la falta de acción del gobierno federal.
La desconfianza de los ciudadanos expresa la falta de veracidad que reflejan las cifras y los mensajes emitidos desde el gobierno. Sólo percibimos contradicciones, omisiones, ridículos y hasta frases sin sentido por parte de las autoridades.
No es para menos, la imagen que proyectamos internacionalmente es que nos estamos aprovechando de que otros países sí estén actuando o que de plano al gobierno federal no le importa la crisis. Internamente, los estados empiezan actuar y a dar cifras preocupantes que no concuerdan con los 316 contagiados a nivel federal. 29 estados reportan contagios (sólo Baja California Sur, Campeche y Tlaxcala están en cero). Así es que ya flota la sensación de que se oculta la verdad. Y es que con el tiempo hemos caído en la cuenta de que hay un subregistro por el protocolo con el que se aplican.
La aplicación de las pruebas no debe ser manipulada para confirmar un dicho. La prueba da la verdad. Jurídicamente hablando, una prueba muestra “la verdad de las afirmaciones y razonamientos formulados por alguien”. En términos médicos, ésta demuestra una verdad que permite detectar una enfermedad, hacer diagnóstico, evaluar, revisar la efectividad del tratamiento. Eso es lo que hace una prueba. No sé a quién le beneficie el subregistro, pero al pueblo no y a la verdad, menos.
En Alemania las pruebas se aplicaron inmediatamente, independientemente si tenían o no síntomas. En otros países, se esperaron a que hubiera síntomas. Habrá que ver a quién le fue mejor. En México, se redujo la muestra para que sólo los contagiados de primera generación fueran los “testados”, excluyendo aquellos que se habían contagiado posteriormente.
Nos dijeron: “¡Que opinen los expertos!”. El sábado 200 científicos lanzaron un comunicado en el que piden urgentemente “ampliar la cantidad de pruebas a realizar a nuestra población”.
En el mismo comunicado, los científicos piden suspender actividades masivas de toda naturaleza, ahí incluyen al presidente –supongo– y, en tono de súplica, se unen al reclamo generalizado: “Emitir de forma explícita y asertiva las directrices que debe seguir la ciudadanía ante la situación de emergencia”. Esa parte tiene que ver también con la verdad. Los ciudadanos en medio de la confusión, de la incongruencia y la torpeza suponemos que hay algo que no nos han dicho y que mucho ha dividido. Ya opinaron, ahora háganles caso.
Además, se requieren acciones más prácticas, en materia económica y se ve que no habían preparado nada. La conversión de los hospitales se empieza a anunciar, pero lo cierto es que falta un aumento al presupuesto de salud. Los diputados, en lugar de decidir sobre cómo facilitaban su reelección, debieron haber ajustado el presupuesto. Dicho sea de paso, el presupuesto de salud tuvo su punto más alto en el 2012 (sí, en el sexenio de Felipe Calderón) y, terminando el 2012, sólo se ha reducido. Es más, en el 2019 un peligroso subejercicio se dio en detrimento del sector salud.
Afortunadamente ya citaron al Consejo General de Salubridad, dicen que no se acordó nada fundamental; no importa, por lo menos ya se reunieron. Nos enteramos que en el gabinete se están peleando sobre cómo enfrentar la crisis… por lo menos ya lo están discutiendo.
Una petición: busquen y digan la verdad y, para ello, les va a servir ampliar el número de pruebas, verán que la verdad nos conviene a todos.
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