Dignidad ciudadana

Los mexicanos sabemos muy bien que en México vivimos momentos donde vamos a requerir unidad y valentía para defender nuestra libertad.



Gravísimo. Fue gravísimo lo que pasó el viernes en la conferencia de prensa que todos los días se hace desde y por el poder público, desde el poder de la Presidencia de la República. El presidente actual, que es el mandatario que más ha aglutinado el poder en los últimos 25 años, exhibió los ingresos de un ciudadano. En este caso fue un periodista, pero podría haber sido cualquiera que sea. Al hacer pública la información que exhibió, el presidente violó los más elementales derechos de un ciudadano. Ese solo hecho es un delito, no importa quién lo hubiese perpetrado. Sin embargo, si viene de la cabeza del Poder Ejecutivo, se trata, además, de un abuso de poder. Todo esto sin mencionar la falta de ética en la intención y consecución del acto. No hay manera de defender al presidente. La defensa es una apología del delito.

Claro que el caso se agrava social y políticamente por las circunstancias que rodean al acto: un presidente de la República al que no interesan ni el derecho ni los valores democráticos; el hijo del presidente en evidente conflicto de interés, al estar vinculado con una empresa a la que le adjudicaron millones de dólares en contratos con el gobierno de Morena, encarnado en el propio presidente; un periodista que días antes había publicado, junto con otros, el hecho y las circunstancias que mostraban el conflicto de interés. Por donde se vea es un acto autoritario, desmedido, preocupante por ilegal y por inmoral y un claro atentado a la libertad.

El poder tiene límites y no sólo legales sino también éticos. En este caso se cruzaron ambos. Esa es la verdad. Resalto la falta de dignidad de los otros actores: nadie de su círculo cercano es o ha sido capaz de decirle algo ni de ser consecuente en el respeto al Estado de derecho. Ha sido lamentable. Lamentable la conducta de los miembros de un gabinete que no le dicen nada. Si algo “resuena” es el silencio hipócrita de sus colaboradores. Lamentable también el papel de aquellos medios que no quisieron hablar al respecto, ni siquiera al que públicamente le mandaron una instrucción. Lamentable el silencio del presidente de la Suprema Corte de Justicia, que es el tuitero número uno del poder judicial cuando se trata de defender a alguien afín al titular del ejecutivo; lamentables los artículos y los tuits de quienes por defender lo indefendible han escrito verdaderos disparates. En Morena, en el gabinete, en el oficialismo esta semana fue la feria de la infamia, una feria en donde todos los invitados quieren comprar aquello que nadie merece tener y, además, están dispuestos a pagarlo con una moneda: la propia dignidad.

Dijeron que se trataba de un viernes obscuro. Lo sabíamos, todos nos dimos cuenta de que ese acto del poder del Estado, esa violación de derechos humanos elementales, que ese desplante de poder, si se podía hacer contra Carlos Loret, era porque se podía hacer contra quien fuera. Todos sabemos que, además, el acto es ejemplar. Lo sabe un gobernador cuyo estado tiene elecciones este año y que, al ver lo que sucedió el pasado viernes, ya se dio cuenta que si no concede lo que el gobierno quiere puede acabar en el mismo lugar de exhibición imprudente y autoritaria; lo sabe el juez y la o el magistrado que mira con asombro la violación al derecho; lo sabemos quienes hemos disentido, conocidos o no conocidos. Las y los ciudadanos nos sentimos más vulnerables que nunca. Sabemos muy bien que en México vivimos momentos donde vamos a requerir unidad y valentía para defender nuestra libertad.

Pero todavía faltaba la tarde-noche. Y, frente a la oscuridad y el desplante de poder del Estado, un espontáneo ejercicio ciudadano se llevó a cabo a través de una plataforma dirigida por un puñado de valientes hombres y mujeres que pusieron lo que tenían para escucharnos unos a otros y expresar libremente nuestra solidaridad (@SocCivilMx). Las y los organizadores de SpaceSCMx estuvieron horas sin parar tratando de dar la palabra, lidiando con problemas de conexión. Fueron horas de ejercicio democrático, de poder y fuerza ciudadana, horas que convirtieron la oscuridad del abuso del poder en la esperanza de la indignación pacífica de las y los ciudadanos. Esperanza pura, dignidad ciudadana, dignidad mexicana.

 

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