“Novelón” era el meme que circulaba en redes sociales en clara alusión al estado de Nuevo León. Una ocurrencia que podría generar risa, pero también sorpresa. No podemos dejar que todos los acontecimientos políticos y jurídicos tan disparatados como éste se queden así. Tenemos que profundizar incluso más allá de lo que significó una precandidatura presidencial que ha generado más tinta e imágenes espectaculares que otra cosa. ¿Cuándo fue que pasó todo esto? ¿Qué hicimos para llegar a este momento? Es que todo pasa mientras nos quedamos perplejos y las consecuencias no han sido más que el espectáculo creciente que ahora vemos y vivimos, mientras caemos en la cuenta del futuro que nos estamos jugando.
Imágenes como las que vimos en el Congreso de Nuevo León, ¡de Nuevo León! Imágenes en las que el humo invadía el recinto, la turba rompía las puertas de la Cámara de Diputados del estado, un gobernador iba y venía con su gubernatura a cuestas, todo lo cual nos debería convocar a la reflexión o, al menos, a serenarnos.
Pero no fue así. Sucedió todo lo contrario: el presidente de la República, en lugar de mandar a su secretaria de Gobernación a dialogar e intentar conciliar, prefirió atizar el fuego y ponerse en favor de quien le sirve funcionalmente para que no crezca Xóchitl Gálvez, quien es la principal opositora.
Por si faltaba algo, un juez federal en materia laboral encontró la manera de forzar una interpretación para que todo se obscureciera aún más y declaró como derechos laborales adquiridos la designación arbitraria de un gobernador interino.
En unas horas el gobernador Samuel García reasumió el cargo, ilegalmente nombró un encargado de despacho, regresó a ser precandidato a la Presidencia de la República y reasumió su encargo.
Al regresar, Samuel García no encontró otra manera de hacerlo que con un discurso en el que acusó a sus opositores: “los vamos a borrar”, “no van a ganar ni un solo diputado en Nuevo León”, etc. No hay diálogo, entonces no hay democracia.
Deseo que estos días apostemos más por el diálogo por la política y por el Derecho que por la confrontación. Al final de cuentas, quienes estamos en la política creemos en el diálogo como el instrumento de la democracia y en el Derecho tal y como nos lo pedía Eduardo Couture: “Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia como destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho ni justicia ni paz”.
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