En su viaje a EU, el primero que realiza como presidente, AMLO hablará con Trump del T-MEC y de beis, pero deja fuera un tema de singular trascendencia: la migración.
Después de año y medio, el presidente decidió que sí era importante viajar, y decidió –tardíamente– iniciar su trabajo internacional. Resolvió ir a EU y lo hará el miércoles. Seguramente algunos miembros de su comitiva habrán llegado ya en vuelos privados y el presidente viajará en viaje comercial, para ello no faltarán compatriotas que lo saluden –espontáneamente o no– en las escalas.
Es su primer viaje. Resulta realmente preocupante que, a estas alturas, éste sea su primer viaje internacional. Habla del desprecio que le tiene a la realidad internacional, pero había que pagar favores a los EU y tendrá que ir mientras jefes de Estado de otros países se han negado a visitar a Trump en plena campaña electoral. La visita pone en entredicho la decisión del primer ministro de Canadá, quien ha tenido que revisar su resolución de no asistir.
Ya nos anunció Andrés Manuel que hablarán también de béisbol, que Donald Trump había sido pitcher de joven y que a esa edad AMLO era mucho mejor jugador que él. No lo dudo.
En este viaje, el tratado T-MEC y el “beis” no deben ser los únicos temas inevitables a tratar por las delegaciones de ambos países, también está el tema de la migración.
Sí, la migración es un tema inevitable. Lo es tanto que ya tuvieron que aclarar que AMLO no se reuniría con asociaciones de migrantes. Y ahí hay un grave error que lastima la dignidad de nuestro país y debilita al migrante frente al poder. Se trata de una reunión con el presidente de EU, quien ha posicionado un discurso de odio contra los migrantes mexicanos, lo que necesitábamos por parte de nuestro mandatario era una posición digna y solidaria. Con un poco de creatividad, puede recibir a algún representante de asociaciones de migrantes y dar una señal de solidaridad.
Exhorto desde aquí al presidente a que reciba a activistas en pro de los derechos de los migrantes, y le recomiendo un tema a tratar: los niños y niñas migrantes no acompañados. Ellos no saben de fronteras, sólo saben que su padre o que su madre están en EU y quieren reunirse con ellos. Nuestra ley de población tiene, desde el 2011, un articulado especial para el caso de niños, niñas y adolescentes migrantes en esa condición, un articulado que reconoce y defiende sus derechos bajo los principios de interés superior de la niñez y de la reunificación de las familias.
Hace un mes, la Unicef señaló que “las autoridades de EU han retornado a unos mil niños migrantes no acompañados a México y el triángulo norte de Centroamérica de marzo a la fecha …”. EU aplicaba una serie de protocolos para deportar a los niños y niñas migrantes. Sin embargo, la pandemia ha dado el pretexto para que no se aplique ninguna de las medidas que protegían un regreso seguro de estos niños a sus lugares de origen. Cientos de niños son devueltos a sus casas sin prevenir a sus familias. Las restricciones en materia migratoria que ha impuesto el gobierno de Trump por la pandemia han afectado particularmente a los niños migrantes. La Unicef también denunció el grado de estigmatización que los niños enfrentan en sus deportaciones por considerarlos posibles portadores de Covid.
La migración es una realidad humana, es una particularidad de nuestros países, es un fenómeno que acompaña la relación entre México y EU, es una realidad, una circunstancia impregnada para siempre en el orden geopolítico actual. No existe justificación alguna, para que, a estas alturas del siglo XXI, la migración no sea tratada por un presidente que –aunque sea como gura retórica– alega que su gobierno es “humanista”. Es incongruente. Los mexicanos debemos exigir que se suba ese tema a la mesa, que lo defienda con la dignidad que la circunstancia actual merece. La congruencia no se demuestra en el discurso, la congruencia debe darse en la acción.
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