La información debe ser clara, publicarse a tiempo y ser validada científicamente. Sin embargo, el pueblo de México recibe una información confusa, inoportuna e incierta.
En México se insiste que los ciudadanos tenemos derechos, pero casi nunca se nos explica que también tenemos obligaciones. Así nos la hemos ido llevando y, en consecuencia, poco a poco se ha instalado en este país una especie de irresponsabilidad colectiva.
La costumbrita de reclamar derechos y nunca asumir como propias las responsabilidades que indudablemente tiene quien ocupa un cargo llegó claramente a este gobierno que no asume ninguna responsabilidad y que no es capaz de hacer una mínima autocrítica.
En esas condiciones de irresponsabilidad llegamos a la pandemia. Enojados, los del gobierno se quejan de todo lo que pasa y dicen cualquier cosa con tal de no asumir ninguna responsabilidad ni la consecuencia de sus errores. Como no son responsables de nada, precisamente porque no reconocen obligaciones a su cargo, no dedican ni han dedicado tiempo para cumplir sus deberes.
En esta pandemia hay deberes elementales que no se cumplieron ni se han cumplido, por ejemplo:
1.- La información debe ser clara, publicarse a tiempo y ser validada científicamente. Sin embargo, el pueblo de México recibe una información confusa, inoportuna e incierta.
2- En una emergencia sanitaria el personal de salud debe ser prioritariamente protegido. Sin embargo, todo el personal de salud ha sido verdaderamente abandonado por la autoridad. Somos de los países con el más alto nivel de contagio y de fallecidos en el sector salud.
3- Las pruebas debieron hacerse desde el principio. No fue así y hoy sólo tenemos cifras que han perdido validez. Lo único evidente son los subregistros.
4- La autoridad tendría que haber sido ejercida de manera concentrada, con esquemas jerárquicos establecidos y de forma confiable. En cambio, en México la administración pública tanto de servicios como de insumos ha sido totalmente dispersa.
5- La persona debería ser prioritaria y no se han creado protocolos ni políticas de acompañamiento familiar, psicológico, jurídico y económico a quien atiende a los enfermos, ni para los pacientes y sus familiares.
En términos de salud, el gobierno ha perdido autoridad, se coloca lejos de la verdad y tenemos un sistema de salud sumido en el desorden –por la falta de liderazgo y planeación–, en la mentira –por los subregistros–, y en la indignación del personal que lo compone –por el abandono del que han sido objeto–. Afortunadamente nuestro país cuenta con las familias, así como con miembros de las comunidades, que han suplido las deficiencias de la autoridad; así como con gobiernos municipales y locales que han tenido que enfrentar a la autoridad federal y con organizaciones que han actuado ante las fallas de la autoridad federal. Si el gobierno cree que así está “transformando” algo, se equivoca.
Aquí algunas propuestas:
1- Ajuste presupuestario en materia de salud.
2- Elaborar el Sistema Nacional de Diagnóstico.
3- Crear un programa integral para el personal de salud en la línea de emergencia.
4- Generar auditorías y revisión profesional al equipo de protección personal que utiliza el personal de salud.
5- Fortalecimiento a las organizaciones sociales, religiosas y jurídicas que brindan servicios gratuitos a quienes han perdido un familiar.
6- Realización de inventarios de equipo de salud, así como exigir claridad por parte de los hospitales que se van a quedar como los únicos para atender el COVID-19 y revisión de los convenios con hospitales privados.
7- La elaboración de un programa a corto y mediano plazo de tratamientos, todas las enfermedades, operaciones e intervenciones que se quedaron sin ser proporcionadas en estos tres últimos meses.
8- Elaborar programas de Empleo Temporal.
9- Si ya no hubo plan de conversión de hospitales, por lo menos hay que planificar el regreso a condiciones previas a la pandemia.
10- Revisar seriamente volver al esquema del Seguro Popular.
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